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RÍAS BAIXAS. Escapada de relax

Es difícil definir una escapada de relax que satisfaga a todo el mundo, cada uno encuentra la relajación en unas circunstancias diferentes y determinadas por sus gustos. Nosotros hemos encontrado una de las situaciones más placenteras y completas de los últimos tiempos en las Rías Baixas (Pontevedra).

El menú en las Rias Baixas ha sido sencillo; como aperitivo, una estancia en la Isla de La Toja; de primer plato, excursión por la ría de Arousa hasta la isla de Sálvora y, de postre, una visita a las bodegas de albariño de Pazo Baión.

Si te quedas con apetito, no dejes de visitar el monasterio cisterciense de Armenteira.

Comenzamos la degustación.

la isla de la toja, tradición balnearia

Resulta difícil desconocer el nombre de La Toja y, más aún, no conservar en la memoria la imagen de sus jabones en casa de las abuelas. Pero puede que nuestra sapiencia no vaya mucho más allá. La tradición balnearia de esta isla pontevedresa se remonta a varios siglos atrás y comenzó como se inicia todo lo bueno, por casualidad. Se cuenta que un vecino de O’Grove –a cuya localidad está unida por un puente decimonónico– abandonó a su burro moribundo en La Toja y que el pobre animal al rebozarse por los lodos se curó y volvió en busca de su dueño. Tras este episodio el agua de los manantiales comenzó a utilizarse para tratar enfermedades y se convirtió en un lugar de renombre en el siglo XIX.

Desde entonces ha llovido mucho y, actualmente, ya no es un lugar salvaje sino un codiciado destino de salud para todos aquellos que padecen afecciones respiratorias, dermatológicas o reumatoides. Paseando por sus 110 hectáreas se descubren tres hoteles, un balneario abierto al público, residencias particulares, un campo de golf, una zona comercial, la antigua fábrica de jabones y la Capilla de las Conchas.

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la isla de sálvora

Desde el puerto de O’Grove se puede tomar un catamarán que nos lleve a navegar por la Ría de Arousa y, aparte de curiosear en los criaderos de mejillones, visitar Sálvora, que goza desde 2002 de la protección que le confiere formar parte del Parque Nacional Islas Atlánticas.

Esta ínsula tiene forma triangular, y actualmente está deshabitada, a excepción del guarda que vigila que nadie la perjudique. Su superficie es de 190 hectáreas por lo que, tras pedir los permisos oportunos, es un placer recorrer con calma sus senderos durante una mañana.

La manera de acceder es muy sencilla, basta apuntarse a alguna de las excursiones en catamarán que parten del puerto de O’Grove. Entre ellas, las de Cruceros Rías Baixas, una empresa muy profesional y con un servicio impecable. Durante la navegación es muy curioso observar el sistema de bateas utilizadas para la cría del mejillón e, incluso, ver estos moluscos bajo el agua a través del fondo de cristal del barco.

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La imagen que se divisa de Sálvora al llegar desde el mar, con la ensenada blanca en primer término contrastando con el azul profundo del océano, es sólo la antesala del agradable paseo que espera en tierra.
 

El hecho de estar desierta (el último habitante se marchó en 1972) es un incentivo, ya que te sientes como un aventurero. Los primeros hitos que saltan a la vista, una vez que se ha llegado al embarcadero, son la playa del Almacén o de Castelo que invita a reposar o a darse un baño; el castillo, junto a la anterior; la capilla, antigua cantina; y la ya mencionada dama del mar. Un gran cartel indica la dirección y el recorrido de los senderos que conducen a descubrir otros puntos de interés: el faro (de 1852), las piedras moldeadas por los factores atmosféricos y la aldea abandonada.

Las primeras referencias históricas de Sálvora se remontan al año 899 cuando el rey Alfonso II la donó al Cabildo Catedralicio de Santiago. Las siguientes menciones que aparecen narran que en 1120 se refugiaron en ella naves sarracenas que esperaban refuerzos para invadir Galicia. Aunque no lo consiguieron (al ser frenados por buques cristianos), sirvió para situarla en el mapa y despertar el interés tanto de la nobleza como de los vecinos de Ribeira. Algunos de los habitantes del municipio finalmente se trasladaron al islote para cultivar las tierras. Esta actividad, poco productiva, fue relevada en 1770 por la emprendida por un comerciante coruñés, Jerónimo de Hinojosa, que abrió una factoría de secado y salazón (aunque tampoco triunfó).

La titularidad de Sálvora ha ido cambiando, pasó de estar en manos de la Iglesia a los señores feudales y, posteriormente, en 2007, fue adquirida por Caixa Galicia por 8,5 millones de euros, quien la vendió al Ministerio de Medio Ambiente ese mismo año y por idéntica cantidad. Y, por fin, desde 2008, quien se responsabiliza de su conservación es la Xunta de Galicia. Se han recuperado las viejas instalaciones, delimitado los senderos y autorizando la visita a diversas empresas navieras que organizan excursiones.

 

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Es un gusto regresar al puerto de O'Grove mientras se navega por las aguas tranquilas de la ría y te cruzas con barcos que se dirigen a recoger los mejillones. En muchas ocasiones ves a los pescadores faenar, levantando desde las bateas pesadas cuerdas repletas de moluscos, con su tez colorada por el aire fresco del Atlántico y una gran sonrisa siempre disponible.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

La belleza y delicadeza de esta flor, llegada de Oriente y elegida por Chanel como emblema de elegancia, es uno de los mayores atractivos de Galicia en invierno, época en la que son escasas otras especies botánicas y en la que ésta florece de manera temprana. Por este motivo, el hotel A Quinta da Auga, erigido como uno de los máximos referentes del lujo y el bienestar en la región, ofrece una escapada única en torno a la Ruta de las Camelias.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Afortunadamente siempre habrá alguien dispuesto a echarle una mano a nuestro planeta. En el momento en el que a Galicia más le cuesta respirar, aparecen lindas personas con bonitos gestos.

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