Textos y fotos Elena Canales
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Nueva Orleans. Magia sureña

Nueva Orleans es, probablemente uno de los lugares más interesantes y quizá, el menos americano de Estados Unidos. Esta ciudad, situada en el delta del río Misisipi, es el séptimo puerto más importante del país. Su pasado, mezcla de distintas culturas africana, francesa y española, la convierten en una rica combinación de gentes, sabores y, sobre todo, de música.

Fueron muchos los hombres y mujeres africanos enviados al estado de Luisiana como esclavos a mediados del siglo XIX. En sus escasos ratos libres se reunían para bailar y cantar en lo que hoy se conoce como el Louis Amstrong Park. Esta mezcla de religión, ritmo y alegría, dio lugar al jazz, el cual continúa presente en la ciudad como parte de la vida cotidiana de sus habitantes y visitantes.

jackson square

Varias religiones conviven en tranquila armonía. Si bien, el vudú ha sido, en muchas ocasiones, reinterpretado como brujería, su práctica ha permanecido en Nueva Orleans generación tras generación.

Es fácil encontrar tiendas de esoterismo, como Voodoo Authentica, y muchas pitonisas leen las manos y echan las cartas a los turistas en la plaza de la catedral del barrio francés (Jackson Square).

 

 

La muerte, como parte importante de la vida, se honra en dos preciosos cementerios, Lafayatte y St. Louis. En este último descansan los restos de la conocida como reina del vudúMarie Laveau y se ha convertido en un lugar de culto para muchos.

Las  numerosas  leyendas  sobre  espíritus, casas embrujadas y fantasmas que existen en la ciudad, se pueden conocer en varios tours, algunos nocturnos, que tienen mucho éxito entre los aficionados al esoterismo y el misterio.

Catedral de St. Louis

nola

Como la conocen los americanos, ha sido castigada por muchos huracanes a lo largo de su historia. El único durante el cual se decretó la evacuación de la ciudad, fue Katrina en 2005, que tuvo como consecuencia la muerte de 1833 personas y miles de millones de dólares en pérdidas. Muchos de los supervivientes decidieron no regresar a la ciudad, por lo que la población ha descendido considerablemente. Han pasado casi quince años y los estragos se notan no solo en sus calles y carreteras, sino en el sentir de su población. El Katrina marcó un antes y un después en la vida de la ciudad, por lo que se recomienda no tratar el tema a la ligera ni hacer preguntas indiscretas.

A pesar de las desgracias, la población de Nueva Orleans demuestra su espíritu de superación y ganas de vivir cada año en su mundialmente conocido carnaval Mardi Gras. Cada mes de febrero locales y turistas, venidos de todo el mundo, salen a la calle con sus collares de cuentas de colores y disfraces, convirtiendo la ciudad en un hormiguero de carrozas, música y mucho alcohol.

 

el barrio francés

Lejos de renegar de su pasado, los habitantes del estado de Luisiana recuerdan con orgullo que fueron franceses y españoles. El más conocido de sus barrios es el Barrio Francés, en el que, a pesar de su nombre, predomina la arquitectura colonial española.

Claro ejemplo de su legado español son las placas de cerámica de Talavera de la Reina que dan nombre a las principales calles, las cuales rezan, junto al nombre: "Cuando Nueva Orleans era la capital de la provincia española de Lousiana (1762-­‐1803)".

En la Plaza de Armas, actual Jackson Square, los balcones de hierro forjado y la catedral católica (San Luis) que la preside, saludan al río Misisipi, apenas a doscientos metros de distancia. Junto a la catedral se encuentra el presbiterio, donde actualmente hay dos exposiciones, opuestas entre sí, pero igual de interesantes. En la planta superior, el museo del Carnaval Mardi Gras y en la planta baja, una exposición sobre el Katrina.

En Royal Street hay preciosas galerías de arte y numerosas tiendas. También se puede conocer algo más de la historia local en el museo gratuito (The historic New Orleans Collection) en la misma calle.

Nueva orleans gastronómico

Algo de lo que están orgullosos los habitantes de Nueva Orleans es de su gastronomía. Pese a no ser nada extraordinario, quizá merece una mención si se compara con la del resto del país.

Uno de los sitios más conocidos para tomar beignets (buñuelos, en francés) es el Café Du Monde. Lo que en su día debió ser un lugar de culto para tomar café y buñuelos, es hoy un local descuidado con un personal poco agradable, en contraposición a la amabilidad sureña, probablemente harto de turistas. El café es malo y los buñuelos no están mal, aunque son bastante grasientos.

Pero en el barrio francés hay lugares en los que merece la pena comer algunas especialidades criollas como Gumbo, una sopa elaborada con caldo de arroz y otros ingredientes como gambas, ternera, pollo o cangrejo. Jambalaya es un plato cajún, de influencia francesa (y picante) elaborado con arroz acompañado de pollo, langostinos o jamón.

En Nueva Orleans también se comen ostras, no solo crudas, sino gratinadas con queso y espinacas, por ejemplo. Algunos sitios interesantes son Luke, Central Grocery Co. o Acme Oyster House.

el jazz está presente en cada rincón

Y es fácil encontrar distintas bandas en las esquinas de las calles principales. Sin duda, merece la pena pararse en intersección de Royal con St. Peter, de jueves a domingo a medio día, a escuchar a Doreen Ketchens, que canta y toca el clarinete maravillosamente, junto a su marido y su hija, desde hace casi treinta años. Hace unos años fue invitada a tocar con la Orquesta Filarmónica de Luisiana en la Catedral de San Luis.   Algunos locales interesantes son el Preservation Hall, un antro oscuro con mucho encanto. Otro, un poco más glamuroso es The Jazz Playhouse, dentro del lobby del hotel Sonesta, en la ruidosa Bourbon Street.

Hay muchos sitios donde tomar copas en la ciudad. Un lugar muy original es el bar del Hotel Monteleone en Royal Street, que tiene un antiguo carrusel que gira alrededor de la barra.

 

Preservation Hall

"un tranvía llamado deseo"

Nueva Orleans no es una ciudad muy grande y se puede recorrer fácilmente a pie, aunque la ciudad cuenta con un antiguo tranvía, en el que se inspiró la película “Un tranvía llamado deseo” que recorre distintos barrios.

Uno de ellos es Garden District, una tranquila zona residencial con casas de película con su mecedora en el porche y su omnipresente bandera en la entrada. Su calle principal es St. Charles Street, aquí se han rodado películas como “El curioso caso de Benjamin Button” de Brad Pitt o “Django, desencadenado” de Tarantino, entre otras.

En Garden District hay un precioso parque con un lago donde hacer deporte o un pic nic, llamado Audubon Park. También se encuentran allí las prestigiosas Universidades de Tulane y Loyola, de 1894 y 1912, respectivamente

 

 

Cerca del barrio francés hay otras zonas muy interesantes como Marigny, donde los mercadillos en la calle y los clubs de jazz abundan en cada esquina. Aquí se encuentra el Museo del Jazz.

En Snug Hurbor Jazz Bistro se come bien y hay conciertos en directo. Otros sitios donde escuchar buena música en vivo son BMC Club Jazz o The Spotted Cat.

Warehouse District está lleno de galerías de arte a cual más interesante, como la Arthur Roger Gallery, entre otras, en Julia Street.

Cruzar el Misisipi en el Natchez, un antiguo barco de vapor que tiene varios recorridos, es toda una experiencia. También se puede cenar y escuchar jazz en directo. Otra opción es ir desde el barrio francés a Algiers points por un par de dólares, un barrio popular con bonitas casas

la cercanía de dos mundos diferentes

La visita a alguna de las plantaciones de azúcar o algodón que se conservan, a unos cincuenta kilómetros de la ciudad, merece la pena. La Oak Plantation, por ejemplo, es una casa espectacular cuya entrada está flanqueada por un camino con veintiocho enormes robles (catorce a cada lado) justo en frente del Misisipi. Un amable guía enseña parte de la casa y explica la historia de la familia que vivía en ella, los barracones donde malvivían los esclavos y la relación entre aquellos dos mundos tan diferentes y, a la vez, tan cercanos. Una visita que no deja indiferente a nadie y que, sin duda, pretende remover conciencias.

Visitar Nueva Orleans supone un viaje al pasado de América. Un lugar donde la gente vive a golpe de jazz y alegría, a pesar de las adversidades. La magia y amabilidad sureñas, la arquitectura colonial y sus costumbres tan diversas, consiguen que olvidemos la rutina por unos días y volvamos a casa con mucho jazz en las venas y las pilas cargadas.

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