Aquellos jóvenes pintores que salieron de París buscando nuevas emociones encontraron en Étretat, uno de los tesoros de la Costa de Albâtre o Alabastro, una poderosa fuente de inspiración. La energía del mar y los acantilados que delimitan la población sedujeron a pintores como Corot, Boudi, Courbet y, por supuesto, a Monet quien le dedicó nada menos que ochenta lienzos.