Textos y fotos Valentín Rodríguez
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Floridita y Bodeguita del Medio. Para sentirse en la gloria (La Habana, Cuba)

De La Habana siempre se hablará para mencionar al menos dos lugares que nos distinguen. Quienes la conocen insistirán en que para disfrutar de esta capital, hay que tomarse un daiquirí en El Floridita y comer de la buena cocina criolla en La Bodeguita del Medio.

 

Al final de cualquier viaje se llega con la maleta repleta de recuerdos porque cualquier lugar, por insignificante que parezca, es una invitación al regreso, una puerta abierta a la aventura, al conocimiento, a la alegría. Cada ciudad es un punto de retorno en la geografía personal de todo viajero, y en esa intención de volver siempre presente, asoma una persona, una dirección, un sitio especial que ha desbordado la imaginación y el deseo de quien tuvo el placer y buen tino de conocerlo.

 

De La Habana siempre se hablará para mencionar al menos dos lugares que nos distinguen. Quienes la conocen insistirán en que para disfrutar de esta capital, hay que tomarse un daiquirí en El Floridita y comer de la buena cocina criolla en La Bodeguita del Medio.

 

El Floridita y Ernest Hemingway

Un mediodía del año 1940, un hombre corpulento remonta la calle Obispo hasta la puerta principal del bar El Floridita. Una vez dentro, toma su asiento de siempre, esquinado en la primera banqueta y pide a Constante, el barman, amigo y maestro indiscutible de la coctelería cubana, un refrescante daiquiri. Ernest Hemingway sigue estando allí, era y sigue siendo su propia casa. En este lugar compartieron horas de buen trago, entre otras personalidades, los Duques de Windsor, Jean Paul Sartre, Gary Cooper, Tennesse Williams y la bella Ava Gardner.

Las visitas de "papá" Hemingway eran tan frecuentes que El Floridita quedó impreso en las páginas del Nobel de Literatura en cuentos y novelas donde afirmaba que "la bebida no podía ser mejor, ni siquiera parecida, en ninguna parte del mundo". Sobre la famosa bebida hace alusión en uno de los textos "había bebido daiquiri doble helado, los grandiosos daiquiris, que preparaba Constante, que no sabían a alcohol". El Floridita sigue la tradición dejada por el maestro Constante. El ron de Cuba (Havana Club), el azúcar de caña, el jugo de limón y el hielo frappé, continúan mezclándose invariablemente para deleite de quienes se animen a degustar un exquisito daiquiri en memoria del escritor.

El bar todavía conserva su decoración "Regency, de pura sangre inglesa" con una combinación nada usual de espacio íntimo y cosmopolita a la vez. Su servicio se ha ampliado y al disfrute de la barra, se le ha añadido un restaurante especializado en cocina internacional.

Ernest Hemingway aún domina desde su esquina en la barra, todo lo que acontece en el lugar. Su imponente figura en bronce a tamaño natural evoca la presencia habitual del notable literato en este sitio y ha devenido en motivo suficiente para evocar el recuerdo con disparos sucesivos de los flashes, de quienes se animan a adentrarse en este emblemático lugar. Esa barra es testigo de historias increíbles vividas o escuchadas por magos de la coctelería cubana. La imponente figura del escritor, continúa atrayendo conversaciones amenizadas por el trago insigne de la casa y la música tradicional cubana. Parece casi un milagro que este año 2017 se cumplan 200 años de su nacimiento. El Bar Restaurante El Floridita sigue siendo el preferido de famosos y el más visitado en Cuba por cuantos llegan a esta Isla. Su fama y su glamour no es historia, es puro presente.

La Bodeguita del Medio. Lugar de encuentro de intelectuales

La Bodeguita es ya la Bodegona
Que en triunfo al aire su estandarte agita
Más sea Bodegona o Bodeguita
La Habana de ella con razón blasona 

Este es sin lugar a dudas un restaurante para inspirarse. Su fundación se remonta a 1942. En ese año, en la calle Empedrado 207, entre Cuba y San Ignacio, abre sus puertas la Casa de Martínez con más víveres que clientes. Pequeña en dimensiones, este espacio comenzó a ser centro de reunión de escritores, diseñadores e intelectuales que aprovechaban para debatir sus historias entre tragos de mojitos –una mezcla exquisita de Ron carta blanca, azúcar, jugo de limón, hierbabuena y agua gaseada– .

Sin embargo, no había modo de concentrarse, el aroma que salía de la cocina de Argelia, la esposa de Martínez, inundaba el recinto hasta el punto de obligarlo a colocar unas cuantas mesas al fondo de su bodega y comenzar a incluir almuerzos en las tertulias.

Desde entonces, este sitio de la bohemia habanera fue reconocido públicamente como Bodeguita del Medio. Nicolás Guillén, Ernest Hemingway, Brigitte Bardot, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Geraldine Chaplin y hasta la Infanta María Cristina de Borbón, cedieron a la tentación de dejar constancia con su firma en las paredes, de la visita a este acogedor restaurante. Su sazón, aunque ya no esté Argelia, sigue siendo única. Nadie ha podio igualar el sabor de los frijoles negros dormidos, las masas de cerdo fritas, su aporreado de tasajo o su pollo cacerola. Allí todo sabe distinto, tal parece que Doña Argelia dejó su gracia culinaria en el lugar, y hoy en la Bodeguita cada plato deja un increíble sabor a gloria.

Con sus taburetes de cuero, sus mesas rústicas, sus diminutas escaleras, su música bien cerquita para disfrutarla a plenitud y su patio sombreado desde donde se puede divisar la cocina en plena ebullición. La Bodeguita del Medio ha sido nominada por la Academia “Awards of restaurant Industry” de Estados Unidos como uno de los 50 mejores restaurantes del mundo. Es cincuentenaria y se conserva igual: criolla y auténtica. Codiciada y consentida por todos, sigue siendo la casa de Martínez y de todos los bohemios que buscan en ella motivo de inspiración.

Numerosas bodeguitas se han extendido por el mundo con la franquicia de la nacida en la calle Empedrado en La Habana Vieja para ofrendar con sus sabores a todos los que deseen probar los misterios del arroz moro y la carne de cerdo frita y, por supuesto, de esa mezcla contagiosa que es el mojito de Martínez. Aun con sus 75 años próximos a cumplir conserva el secreto de su sabor inigualable y la magia de una refrescante bebida que se ha difundido en el mundo entero.


 

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