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HOTEL GRAN MELIÁ ROME VILLA AGRIPPINA

Estrenar una habitación de hotel, permanecer en el mismo cuando se le están dando los últimos toques e intuyes que puede llegar a lucir aún más fantástico de lo que aprecias en ese momento es un privilegio casi comparable con ser el primero en pisar un destino lejano y desconocido. Incluso si lo exageramos casi como hacer historia.

Estrenar una habitación de hotel, permanecer en el mismo cuando se le están dando los últimos toques e intuyes que puede llegar a lucir aún más fantástico de lo que aprecias en ese momento es un privilegio casi comparable con ser el primero en pisar un destino lejano y desconocido. Incluso si lo exageramos casi como hacer historia. Así fue como nos sentimos en nuestra reciente visita al recién estrenado hotel Gran Meliá Rome Villa Agrippina.

(Por Pepa Garcia, Revista Viajeros)


No era la primera vez que visitábamos Roma, sin embargo sí ha sido la pionera en disfrutarla en soledad, una soledad extraña ya que estábamos en pleno centro y desde la ventana del hotel se veían las cúpulas de las iglesias, el Coliseo y la gente paseando por los puentes que cruzan el río Tíber. Ese sentimiento de armonía y de conjunción con la historia era posible gracias a la ubicación privilegiada de este nuevo establecimiento construido sobre las murallas de la histórica Villa Agrippina, la famosa emperatriz romana, madre del emperador Nerón. Los restos arqueológicos descubiertos durante la construcción incluso se exponen en las galerías y áreas comunes.

   

El edificio emerge como una ensoñación entre los exuberantes jardines de Orti Domiziani, el jardín botánico que toma su nombre de Domitia, la hermana del padre de Nerón. Entre naranjos y flores la villa casi parece pequeña entre los 10.000 m2 de naturaleza.

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