Capital de la comarca, es uno de esos pueblos que no se pueden dejar de visitar. Declarada Monumento Nacional, su fisonomía está marcada por la orografía del terreno, ya que se levanta en una abrupta peña que ha recortado el río Guadalaviar, y por sus murallas, que fueron construidas en los siglos XIII y XIV y que culminan en el Castillo del Andador.
Todo Albarracín es una obra de arte: sus calles estrechas y serpenteantes que dejan ver casas antiguas y trasladan al Medievo; la Plaza Mayor, del siglo XVI, con sus balcones corridos de madera y el Ayuntamiento porticado; el Palacio Episcopal; los palacios de la Brigadiera, del Monteverde y Antillón, de los Dolz de Espejo... Además, Albarracín conserva siete iglesias entre las que se encuentran la Catedral del siglo XVI con su importante tesoro; la iglesia de Santa María, que alberga una bella capilla; el Convento de las Dominicas, del siglo XVII, que guarda un curioso Cristo filipino; la Ermita del Cristo de la Vega que alberga una virgen románica del siglo XIII...
¡Todo Albarracín es una obra de arte!