Textos y fotos Pepa García
Categoría
Compartir

ITALIA. COSTA AMALFITANA

La sinuosa carretera que recorre la Costa Amalfitana sorprende en cada curva con estampas de villas que se descuelgan por las laderas hasta besar el Mediterráneo. Estas curvas son solo la antesala de aquellas que redondearán nuestra figura tras este viaje.

Esta franja de litoral también es conocida por un nombre mucho más sugerente: la Costa de las Sirenas. El motivo de ese nombre es la presencia de tres islotes (las Sirenuse, hoy día llamadas Li Galli) considerados la patria de las sirenas, esas míticas figuras que atraían a los navegantes con fines maléficos.

Renato Fucini escribía en 1878 que para los amalfitanos el día del Juicio Final sería como cualquier otro ya que vivían en el paraíso. Tras recorrer gran parte de los 36 kilómetros de la Costa Amalfitana y haber visitado muchas de sus poblaciones, podemos confirmar que no se equivocaba. Declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1997, este litoral ­–que comienza en Positano y finaliza en Vietri sul Mare– continúa ofreciendo la misma autenticidad de antaño.

Los paisajes sorprenden en cada curva de la sinuosa ‘nastro azzurro’ (línea azul), como la llaman los locales. Esta carretera panorámica, estrecha y excavada en la roca, exige tanta concentración en el conductor como interjecciones de asombro arranca en sus acompañantes. El mar es una constante en el sinuoso trazado de la 163, al igual que las pequeñas poblaciones situadas en las laderas o los huertos de cítricos cultivados en terrazas.

 

Made in Positano

Una de las villas más populares, y la más fotografiada, es Positano, cuyas casas se descuelgan en cascada desde la montaña hasta el Mediterráneo. Ha sido imagen de numerosos spots y películas tan conocidas como Bajo el sol de la Toscana en la que Diana Lane acude en busca de su enamorado italiano. Este municipio de apenas cuatro mil vecinos se multiplica en verano por diez pero, una vez superado el hecho de que hay otros muchos viajeros con nuestros mismos gustos, es un placer pasear por sus calles zigzagueantes; perderse por sus callejones para encontrar los miradores; entrar y salir de decenas de boutiques donde es imposible resistirse a su marca Made in Positano; buscar la iglesia de Santa Maria dell’Assunta, con su bella cúpula de azulejos; entrar en los patios de palacetes increíbles; o tomar algo con los pies hundidos en la arena mientras se admira Positano desde la playa.

Una propuesta divertida para comer es el restaurante-chiringuito Da Adolfo, al que se accede en una barca que parte del muelle. En solo 10 minutos llega a Laurito Beach, donde nos esperan ricos pescados y la historia de Adolfo, quien lo fundó en los 60, y que comparte vida con Lucille, una estadounidense que tras visitar esta zona y conocerlo, con solo 17 años, decidió quedarse a vivir allí.



 

Amalfi y Ravello, con estilo


Con buen sabor de boca continuamos nuestro recorrido, no sin antes realizar una parada en Ceramiche Casola donde, de un solo vistazo, es posible admirar la tradición alfarera positana; darnos un baño en Praiano; y visitar la Grotta dello Smeraldo, cuyo nombre no engaña ya que los reflejos en el agua son de un intenso verde eléctrico.

Aún emocionados por las estalactitas y estalagmitas de la cueva llegamos a Amalfi, una pequeña localidad, de la que toma nombre el litoral. Puede parecer pequeña con sus poco más de cuatro mil vecinos pero su historia es apasionante, ¡incluso llegó a ser en el siglo IX una república autónoma con 70.000 habitantes!

Los amalfitanos, ante la falta de tierra de cultivo, buscaron una salida en el comercio marítimo logrando una admirable posición en el Mediterráneo. Aquellos momentos florecientes y de intercambio cultural han dejado huella en su casco urbano que, observado desde el puerto, parece encerrado en el hueco de una mano. No hay más que admirar la bella fachada de la catedral, el Duomo di Sant’ Andrea, y su claustro con influencias árabes, o en el entramado de callejones y escalinatas que trepan por su trazado urbano para percibir sus influencias orientales.

Gracias al comercio con ultramar, también conoció, hace más de mil años, el limón y desarrolló una de sus especialidades: el limoncello. Este delicioso licor de limón es uno de los souvenirs más expuestos en las tiendas, además de decenas de recuerdos elaborados con esencia o aceites de limón.



Mucho más tranquilo que Amalfi es Ravello, otra de las joyas de la ruta y desde la que se obtienen las mejores panorámicas de toda la costa. Los viajeros acudían antaño a este lugar atraídos por su agradable clima y ciertas bondades para la salud. Actualmente el turismo busca otro tipo de bálsamo, esta vez para el espíritu a través de la música.

Denominada ‘La ciudad de la música’ organiza cada verano el famoso Festival de Ravello donde participan los mejores artistas de la música clásica mundial. El reconocimiento de esta bella población no es algo nuevo pues ya Boccaccio inmortalizó su nombre en el Decameron y sirvió de inspiración a Wagner para finalizar el segundo acto de su Parsifal. Concretamente, las musas le llegaron al compositor en el bello jardín de Villa Rufolo, una de las maravillas arquitectónicas de la población. Esta casa palaciega, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, se encuentra inmersa en un vasto parque con vegetación mediterránea y exótica, pasillos flanqueados por tilos ycipreses, una torre árabe, cascadas de flores y un mirador que regala vistas únicas. Este era el lugar donde se celebraba el famoso festival pero desde 2011 Ravello cuenta con un moderno auditorio diseñado por Óscar Niemeyer.

Tras conocer las villas Rufolo y Cimbrone (hoy día convertido en hotel), entrar en la catedral de San Pantaleón y pasear por la localidad entiendes perfectamente la gran atracción que sintieron Virginia Woolf, Paul Valéry, Graham Greene, Joan Miró, André Gide, Tennessee Williams, Rafael Alberti o Gore Vidal por Ravello.

 


Nuestra ruta podría continuar hasta completar los catorce municipios de la Costa Amalfitana pero, de momento, nos quedamos disfrutando de las vistas desde Ravello.
 

 

DATOS PRÁCTICOS
 

CÓMO LLEGAR Y DESPLAZARSE

La línea aérea Iberia Express (www.iberiaexpress.com) ofrece vuelos a Nápoles desde Madrid. Más información en el artículo de Nápoles.
Para moverse lo más práctico es alquilar un vehículo en el aeropuerto para no depender de los horarios de trenes y autobuses.


 

DÓNDE ALOJARSE

• Grand Hotel La Favorita. Este hotel ofrece todas las comodidades de un 5* en un entorno poco transitado. Habitaciones muy amplias y buen restaurante. Vía Tasso, 61-63. Sorento. Tel. +39 081 878 2031, www.hotellafavorita.com

• Grand Hotel Excelsior Vittoria. Este 5* GL está rodeado de jardines y cuenta con vistas al golfo de Sorrento y a la bahía napolitana. Su nombre ha pasado a la historia por ser el lugar donde quiso vivir sus últimos días el tenor Carusso (conservan su suite). Plaza Tasso, 34. Sorrento. Tel. +39 081 877 7111, www.excelsiorvittoria.com

• Hotel Bellevue Syrene. En esta preciosa villa se han alojado desde 1820 grandes personalidades y personajes célebres como Marguerite de Yourcenar. De este hotel enamoran tanto las vistas al Vesubio como su terraza o su elegante interiorismo donde se nota la mano de Relais & Chateaux. Piazza della Vittoria, 5. Sorrento. Tel. +39 081 878 1024, www.bellevue.it


 

DIRECCIONES

• Turismo de Italia. www.italia.it
• Turismo Sorrento. www.sorrentotourism.com
• Ravello. www.ravello.com

 

Puedes seguir leyendo sobre este destino y muchos más en la edición nº 181 de Viajeros.

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Texto y fotos: Pepa García

Nápoles es la puerta de entrada más conveniente a Italia si nuestro objetivo es recorrer Sorrento y la Costa Amalfitana, además de ser un destino que no te cansas de visitar, aunque ya lo conozcas. Nápoles también es la capital de La Campania, la ciudad que mayor población tiene del sur de Italia y la reina del caos.

Más experiencias seleccionadas para ti