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LLEIDA. Viaje a la aventura

¿Cómo emerge un pueblo de las aguas? ¿De qué están compuestos los anillos de Saturno? ¿Qué impulsa a unos vecinos a restaurar una colegiata? ¿Se puede pasar de Cataluña a Aragón a través de unas escaleras colgantes? ¿Es más emocionante saltar en parapente o descender un barranco? Las respuestas están en la leridana comarca de La Noguera.



¿Cómo emerge un pueblo de las aguas? ¿De qué están compuestos los anillos de Saturno? ¿Qué impulsa a unos vecinos a restaurar una colegiata? ¿Se puede pasar de Cataluña a Aragón a través de unas escaleras colgantes? ¿Qué es más emocionante saltar en parapente o descender un barranco embutido en neopreno? Las respuestas a estas y otras preguntas las tenemos más cerca de lo que parece, en la leridana comarca de La Noguera.

Por Jordi Jofré

Con una superficie de más de 1.700 kilómetros cuadrados, La Noguera es una de las comarcas más amplias de Cataluña. Tal es su extensión que se nos antoja imposible poder descubrirla en un fin de semana. Por ello, hemos decidido acotar nuestro radio de acción. Y la zona elegida, no al azar, ha sido el Montsec, una imponente cordillera calcárea repartida entre Aragón (Montsec d'Estall) y Cataluña (Montsec de Ares y Montsec de Rúbies). Como veremos, no cabe duda de que es un gran reclamo para disfrutar de los deportes activos. Además, entre saltos, puentes flotantes y pedaladas, nos tentará sutilmente con otro tipo de divertimentos, ya sea descubrir una coqueta colegiata o, casi mejor, ponernos el universo casi al alcance de las manos.
Continuando con la máxima de que más vale ver menos y bien que mucho y mal, tomaremos como campos bases los entornos de Áger y La Baronia de Rialb que cuentan con atractivos suficientes para esta escapada. Bien, ¿ya estamos situados? Pues abróchense los cinturones que despegamos. Y no es un decir.

Hombres y mujeres pájaro

Existe una especie en La Tierra que puede haber pasado desapercibida ante nuestros ojos: los hombres pájaro. Se camuflan como humanos y pueden ser vistos por las mañanas en los bares tomando café, como cualquier otro Homo sapiens. Nada les diferencia, salvo una capacidad extraordinaria: son capaces de volar. Bueno, eso y un buen par de bemoles.

Si siente usted curiosidad por conocerlos puede acercarse, como hicimos nosotros, a Áger. Situado en el centro del valle homónimo, a los pies del Montsec de Ares, es un lugar estupendo para descubrir a esta peculiar especie ya que hallan aquí condiciones estupendas para sus aficiones (entre otras, escasos tendidos eléctricos y, sobre todo, valores térmicos apropiados). No es casualidad que en la zona se celebren competiciones internacionales de renombre de hombres pájaro. Pero lo mejor es que no hace falta ser un experto. Uno puede, como nosotros, contactar con una escuela de vuelo (en este caso, Albatros) y disfrutar durante un rato de las sensaciones que se viven, por ejemplo, en un parapente biplaza.

Según subimos en la furgoneta que nos lleva hasta la pista de despegue, la boca empieza a secarse y el corazón a latir con un poco más de fuerza. Pero es en el momento en que se despliega la vela y uno está enganchado a su monitor cuando la adrenalina de verdad recorre el cuerpo. ¡Ahora! ¡Corre! Tal y como nos acababan de indicar en la charla previa, echamos el cuerpo hacia delante y saltamos cuando comienza el precipicio. La Física hace su labor (gracias Newton) e instructor y novel nos suspendemos en el aire. En seguida, uno recupera la serenidad (o casi) y no es extraño sentirse como en un gran columpio. Incluso se disfruta del paisaje y da tiempo a preguntar al experto alguna que otra curiosidad. Luego se aterriza y se percibe algo extraño en el interior: nos ha picado el gusanillo, las ganas de aprender a volar por uno mismo.



La luna y el cielo

Sin salir de Áger, vamos a hablar de estrellas y de cielos, o lo que es lo mismo, de cielos estrellados. Es un lugar privilegiado para ello y así lo considera la Unesco (en 2012 otorgó a la zona la certificación Starlight que reconoce cualidades excepcionales para la observación astronómica). Títulos aparte, es fácil comprobarlo tan sólo mirando el firmamento.

No obstante, nos ha tocado un día de luna llena que tiene sus pros y sus contras. Lo malo es que dificulta la observación de los objetos más débiles; lo bueno, que podemos escudriñar el satélite terrestre casi a nuestro antojo (aunque es cierto que unos días antes los rayos solares alcanzaban la superficie lunar de forma menos perpendicular, de tal manera que se podían vislumbrar las formaciones con mayor volumen). Sea como sea, nosotros no podemos dejar de alucinar con los valles, montañas y cráteres de Selenia, y más aún con las explicaciones que estamos escuchando.

Nos hallamos en el Centro de Observación del Universo, en Áger. En sus modernas instalaciones nos resulta más sencillo entender algunos de los misterios celestes. Como decíamos, mientras guiñamos un ojo para mirar por el telescopio, nuestro guía nos habla de astronomía, claro, pero también de astrología, mitología griega y navegantes. Navegantes sí, que se ayudaban de las estrellas para llegar a buen puerto. Con un láser, nuestro cicerone apunta a lo alto y nos explica el mapa que tenemos sobre nuestras cabezas; un mapa, por cierto, que será diferente al día siguiente. Poco después, nos deleitamos con el espectáculo del Ojo del Montsec, un planetario digital multimedia que regala viajes estelares y que, al final de la función, abre su bóveda para que los asistentes puedan recrearse con el espectáculo en directo. Ofrece el centro, además, talleres y amenas actividades como Música bajo las estrellas, conciertos donde los acordes suenan un poco más mágicos. En definitiva, el COU es un atractivo turístico muy recomendable; y no piensen que sólo para los niños, ya que una visita aquí ayuda a recordar que somos más pequeños de lo que nos creemos...

Paseos de vértigo

Si lo que queremos es vivir aventuras no podemos obviar uno de los grandes atractivos de la zona: el Congost de Mont-rebei. Se trata de un desfiladero formado por el río Noguera Ribagorçana y que separa el Montsec d'Ares del Montsec de l'Estall. A través de caminos excavados en la roca, existen varias rutas para conocerlo (entre otras, parte del GR1) y las vistas son de aúpa, con paredes de casi medio kilómetro de altura en alguno de sus tramos. A pesar de que no reviste una gran dificultad (eso sí, no olvide ir provisto de agua suficiente) no es apto para aquellos que sufren vértigo. En nuestro camino, serpenteando al ritmo que ha perfilado el curso del agua, por ejemplo, tuvimos que ayudar a una excursionista francesa que se había quedado atrapada por el miedo (o pánico) en el primer puente colgante. La ayudamos a cruzar y suponemos que nunca se debió atrever con uno de los platos fuertes de este paraje: las escaleras colgantes que permiten pasar de una manera muy original de Cataluña a Aragón. Antes de descenderlas, uno se deleita con las panorámicas y, si hay ganas, se puede subir hasta la cueva Colomera a través de una especie de vía ferrata. Una idea divertida es combinar este senderismo de altura con alguna actividad de agua como el kayak. Nosotros así lo hicimos (contando con los servicios de la empresa Montsec Activa) y desde abajo, remando plácidamente, disfrutamos con una visión diferente de este desfiladero que no hay que dejar de conocer si se tiene la oportunidad.  

Cascadas y pueblos renacidos de las aguas

Como estamos viendo, emociones no faltan en este rincón leridano. Las pericias pueden continuar en el otro extremo del Montsec, en torno al embalse de Rialb. En él y en sus alrededores, se puede practicar un buen número de deportes de aventura. Entre otros, piragüismo, rafting, pesca, vela o, como hicimos nosotros, barranquismo. Con un traje de neopreno, nos colamos en un grupo familiar que quería pasar un buen rato en el Forat de Buli, un desfiladero en el río Rialb. Como había niños pequeños, la actividad la realizamos en su versión reducida, la cual no reviste ninguna dificultad técnica pero, no por ello, se halla exenta de diversión. Resulta muy agradable por las vistas que regala.


Después de descubrir cascadas y toboganes en las rocas, nos apetece descansar y, por ello, nos acercamos a  Baronia de Rialb. Este municipio, situado al nordeste de la comarca de La Noguera –formado por once poblaciones distribuidas por todo el valle del Rialb–, atesora una intensa historia que contrasta con la tranquilidad que vive hoy en día. De esa paz se puede disfrutar en las antiguas masías que se hallan desperdigadas en su territorio y que hoy asoman como estupendas casas rurales. Incluso se puede alquilar un antiguo ayuntamiento (El Mirador de Rialb) y ser así por unos días nuestros propios alcaldes. En los municipios limítrofes hallaremos también otras propuestas sugerentes. Si nos apetece conocer el patrimonio cultural de la zona podemos acercarnos al monasterio de Santa María de Gualter o, casi mejor, a la colegiata de Ponts. Esta última, de estilo románico-lombardo, resulta singular, más aún cuando uno descubre la historia de la Asociación de Amigos de Sant Pere de Ponts que ha sido la artífice de su laboriosa reconstrucción. Escuchar todos los secretos del templo de la mano de Manel, presidente de dicha iniciativa popular, engrandece la visita gracias a sus detalladas explicaciones y a la ilusión que profesa por el lugar.


Muy cerca, podemos darnos otro baño de singularidad. Pensemos que el Embalse de Rialb supuso un antes y un después en la zona por su enorme impacto. De hecho, hubo pueblos que quedaron anegados bajo sus aguas. Así le ocurrió a Tiurana en 1998. Hoy existe el nuevo Tiurana que podía ser un lugar sin ningún interés para el viajero (uno más entre tantos de reciente construcción) si no fuera por el tesón de sus gentes que salvaron, piedra a piedra, múltiples elementos arquitectónicos que hoy conviven con lo nuevo. De esta manera, el cementerio, el pozo o el pilarete de Sant Antoni descansan junto la curiosa fuente Sol Aigua y al Museo de los Antiguos Oficios (al aire libre). Además, medidas como prohibir la entrada de coches durante los días de más afluencia de visitantes, junto a las variadas actividades que proponen hacen de Tiurana un lugar muy apetecible. Si les ha llamado la atención, encontrarán varias casas rurales. Así, alojándose aquí será mucho más fácil contemplar los atardeceres sobre el embalse y, un poco más tarde, como nos hallamos en otro Destino Starlight, deleitarse de nuevo con un cielo de los buenos. ¿Ven como brillan las estrellas? ¿Aquella de la izquierda puede ser Casiopea?

Toda la información práctica la puedes encontrar en la edición 170 de la revista Viajeros.

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