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VALLADOLID. Enoturismo con Matarromera

El turismo de experiencias es el modo mas directo de llegar al viajero y esta afirmación, en la que casi todos los expertos coinciden, también se puede aplicar a segmentos como el del enoturismo. El grupo Matarromera lo sabe bien y desde hace varios años organiza actividades donde, casi siempre, el vino es el epicentro y otras un agradecido complemento.



"El turismo de experiencias es el modo mas directo de llegar al viajero" y esta afirmación, en la que casi todos los expertos turísticos coinciden, también se aplica a segmentos como el enoturismo. El grupo Matarromera lo sabe bien y desde hace varios años organiza actividades donde, casi siempre, el vino es el epicentro y otras un agradecido complemento.

Por Pepa García (edición digital de Revista ViajeroS, oct. 2012)

La empresa Matarromera, fundada por Carlos Moro, es una de las que más ha apostado por vincular el turismo y la gastronomía en este área de la provincia de Valladolid. Sus cifras confirman que este esfuerzo no ha sido en vano, ya que en 2011 fueron más de 15.000 personas las que disfrutaron de alguno de sus programas o actividades (De la cepa a la botella, Anillo del Duero, Ribera del Duero en helicóptero, etc.)

La última iniciativa que ha puesto en marcha consiste en ofrecer una nueva y original perspectiva, a muchos metros sobre el suelo, Amanecer sobrevolando en globo la Ribera del Duero.
Desde los mil pies
(unos 300 metros) a los que un globo aerostático asciende y con una óptica de 360º la visión que se obtiene de los viñedos, las bodegas, los pueblos y el paisaje, en general, es mucho más impactante, además de desconocida.

 


La propuesta del grupo Matarromera no podía ser más completa. Comienza ofreciendo el disfrute de los tonos rosados del amanecer desde un globo de la empresa VallaGlobo (muy profesional, con Roberto Pérez como coordinador y piloto) y una hora y media flotando en el aire con el silencio
por compañero –sólo interrumpido por el fuego que lanzan los quemadores para mantener el globo en el aire–. Desde la cesta la velocidad que alcanza (unos 15-20 km) es apenas perceptible y bajo ella transcurren como fotogramas a cámara lenta grandes extensiones de viñedos, diminutos personajes que realizan las labores propias de la vendimia en otoño, la silueta del castillo de Peñafiel, el monasterio cisterciense de Valbuena y pueblecitos como Pesquera o Quintanilla de Onésimo.


Una vez de regreso en tierra, un brindis por la aventura vivida y un diploma que acredita la hazaña cierran esta primera etapa del día.
Pero la jornada no ha hecho más que comenzar, un chófer- guía enoturista recoge a los visitantes para llevarlos a recorrer tres de las bodegas emblemáticas de Matarromera donde se degustan algunos de sus caldos más renombrados y se realiza una pormenorizada introducción a las técnicas de producción y elaboración del vino.


La primera de ellas, Rento, está ubicada en Olivares de Duero y desde el exterior es difícil adivinar su verdadera función. Esta antigua casa noble, construida por el Marqués de Olivares, cuenta con una larga trayectoria como mesón e, incluso, convento jesuita antes de que fuese adquirida por la familia de Carlos Moro en el siglo XIX. La bodega en sí es pequeña pero concentra las joyas de la corona, una alineación de cien barricas de roble francés y americano donde duerme Rento, el vino de autor del grupo.


La siguiente visita,
en Valbuena de Duero, es muy diferente, aunque se encuentra a sólo tres kilómetros. Bodega Matarromera, semienterrada en una ladera, fue proyectada a finales de los años 80 y emplea los avances tecnológicos, aunque sin perder de vista la elaboración tradicional.

Sin salir de este pueblo, la tercera y última bodega que se conoce es Emina, donde, además de degustar sus caldos, se tiene la oportunidad de ampliar conocimientos en su Centro de Interpretación Vitivinícola, pasear por el Jardín de variedades (40 cepas de distintos tipos de uva) o, incluso, asistir a un curso introductorio de cata.


A estas horas, seguramente, comienza a apetecer sentarse a la mesa para degustar algunos de los suculentos platos típicos vallisoletanos, maridado, por supuesto, con cinco vinos. El menú consta de sopa castellana, langostinos al Emina Espumoso, sorbete de manzana verde al verdejo Emina, lechazo churro asado al estilo tradicional con ensalada y postre acompañado con licor Emina Oxto. No os aseguramos que el estómago permita llegar al postre...

Ahora sólo queda reservar un día en la agenda de esta temporada para vivir esta aventura gastronómica (250 euros por persona, reservas en Tel. 902 430170 o en www.grupomatarromera.com/es/enoturismo) o, estirando un poco el tiempo, un fin de semana (el grupo Matarromera dispone también de alojamientos: hotel rural Emina y casa rural en Valbuena del Duero).

Ver más imágenes de Ribera del Duero en globo

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