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VOLCANES BLANCOS EN EL CANTAL (FRANCIA)

Está más cerca de lo que pensáis. El Cantal es uno de los departamentos de la región francesa de Auvernia, en el centro del país galo. Desde el norte de España se llega en coche en unas seis horas y desde Madrid, en una hora y media de avión (con Air Nostrum) nos plantamos en Clermont Ferrand, la capital

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  • Reportaje
Aunque ha llegado algo más tarde de lo habitual, ahora parece que no quiere irse. Hablamos de la nieve, claro. Pero a los viajeros aventureros y a los amantes de los deportes de invierno es algo que no les molesta en absoluto. Si a ello le unimos una buena gastronomía y alojamientos originales y diferentes, cualquiera se apuntaría a una escapada, ¿verdad? Bien, pues preparad maletas: nos vamos al Cantal.

Texto y fotos: Oscar Checa (edición online exclusiva Revista Viajeros Febrero 2012)

Está más cerca de lo que pensáis. El Cantal es uno de los departamentos de la región francesa de Auvernia, en el centro del país galo. Desde el norte de España se llega en coche en unas seis horas y desde Madrid, en una hora y media de avión (con Air Nostrum) nos plantamos en Clermont Ferrand, la capital. Los más impacientes sólo tendrán que esperar treinta minutos más para estar en Le Lioran, una estación nada desdeñable, que en sus 150 hectáreas ofrece 42 pistas (60 km) para la práctica del esquí y del snowboard a todos los niveles, y unos 100 km para los que prefieren el esquí de fondo. Con todo, las raquetas de nieve son unas de las vedettes en esta región de valles y mesetas, pues permiten hacer muchos recorridos en los que, simplemente, dejarnos asombrar por la belleza del entorno.

Recorrer la montaña

El Cantal es el mayor volcán de Europa (2.700 km²). Pero, que no cunda el pánico: hace milenios que las erupciones terminaron. Con el tiempo, el paisaje de lava, explosiones, humo y rocas ardiendo fue dando paso a una geografía espectacular que ahora se conoce como el país verde. El adjetivo adquiere su sentido a partir de abril o mayo, porque en los meses de invierno toda la región es blanca. La nieve lo cubre todo. Los senderos y los caminos desaparecen, pero las rutas que se adentran en tan espectacular espacio permanecen. Por supuesto hay que contar siempre con un guía para hacer estas excursiones. Nosotros vamos ahora con Stéphane, camino del Puy Mary, el pico más emblemático de los volcanes de Auvernia. Con su curiosa forma piramidal, esta montaña que fue considerada sagrada por los antiguos celtas, domina doce espléndidos valles glaciares. Stéphane no sólo nos dice dónde debemos poner el pie, sino que nos ilustra de manera soberbia sobre el paisaje, la historia y la naturaleza de este lugar. Él es también el propietario y gerente de Alta Terra, una casa rural que funciona como casa de huéspedes, con restaurante, hamman, sauna y baño nórdico. De esto último, tomó la idea cuando trabajaba en los países escandinavos. Si nunca lo habéis probado os lo recomendamos: una gran tina con agua a 38 ºC calentada con madera y en el exterior, rodeada de nieve, con una temperatura que suele estar por debajo de cero...

Y como se trata de acumular experiencias, hay que echar un vistazo a las propuestas de Bureau Puy Mary, una agencia de guías de montaña que diseñan actividades para todo tipo de público. Con Bernard, uno de los componentes de este equipo, hemos subido nosotros hasta el Buron de Meije Coste. Los buron son antiguas cabañas de pastores donde se refugiaban con el ganado y hacían los quesos que también han dado fama a esta región. Algunas de estas construcciones se han convertido hoy en hoteles o en refugios para montañeros. La subida cuesta pero la vista merece la pena, como otras ideas que ponen a disposición de los clientes como los paseos nocturnos por la nieve con cena tradicional o los recorridos tras las pistas y huellas de animales en el bosque.

Junto a la chimenea

Este lado aventurero de nuestra escapada se complementa con la faceta "hogareña". Entrar en un lugar donde nos espera una chimenea encendida es algo muy agradecido y reconfortante. Así lo encontramos en el Auberge d’Aijean, una antigua granja convertida en albergue, que es la última casa del pueblo de Lavigerie antes del Paso de Peyrol, el collado que da acceso al Puy Mary. La leña ardiendo y el hipnótico poder del fuego sirven de fondo al restaurante donde Valérie y Bruno Fabre preparan delicados platos de temporada como la crema de lentejas con foie-gras o el cordero con patatas, crema de coliflor y zanahorias caramelizadas.
En Murat, el pueblo principal de la comarca, hay otro lugar igual de acogedor y llamativo. Es La maison de Justine, un salón de té y casa de huéspedes ubicado en una antigua mansión del siglo XV. Rodeados de fotos y portadas de discos de Dalida, aquí podemos estar horas y horas. Es uno de esos lugares en los que el tiempo pasa en un santiamén mientras saboreamos un té, ojeamos un libro o charlamos con Jean-Christophe, el dueño, o con Bernat Giacomo, uno de los habituales, conocido por ser uno de los principales promotores del territorio desde el punto de vista de la cultural local occitana.

Quesos para todos

Porque aquí la gente en seguida se pondrá a hablar contigo, lo que un viajero genuino siempre agradece. Igual que la amabilidad, la sencillez y la cercanía en el trato. Véronique y Bruno, del restaurante Le Bufadou, en la estación de esquí de Le Lioran, son otro buen ejemplo de esto. No dudarán, si uno les da ocasión, en sentarse a la mesa para compartir un café o un vino caliente o uno de los licores típicos de la región, el de genciana. Tiene un sabor particular, algo amargo, pero es muy digestivo. Se puede comprar en cualquier tienda, pero una buena dirección es la Fromagerie Caldera Terre d’Auvergne, en Murat, donde Françoise y Jean Claude Vidal ofrecen infinidad de productos locales: las lentejas verdes de Puy, mermeladas y confituras caseras, embutidos, patés, foie-gras, toda clase de licores y, por supuesto, los quesos con denominación de origen Auvergne. Hay cinco: Cantal, Saint-Nectaire, Fourme d’Ambert, Bleu d’Auvergne y Salers. Para degustarlos y conocerlos bien se puede seguir el itinerario de la Ruta de los Quesos AOP Auvergne, bien señalizada por todo el territorio y cuyo mapa se puede conseguir en las oficinas de turismo de la región. Y para quien eche de menos un vino, hemos localizado una tienda estupenda. Habrá que ir a Clermont-Ferrand. Allí, Jérome y Philippe han abierto l’Auvergnologue, una tienda donde se puede encontrar prácticamente cualquier vino de la región.
 
El lago que habla

Quesos y vinos, junto a una propuesta gastronómica bastante innovadora, se pueden degustar en Le Jarrousset. En los fogones de este restaurante está Jérôme Cazavane, un cocinero que ha trabajado con Bocuse, Bras y otros grandes chefs y que ofrece una carta de temporada y menús a precios bastante asequibles. Junto a su esposa, llegaron aquí hace diez años y cuentan que eligieron esta región por su situación estratégica, su autenticidad y por la manera "natural" de vivir. Es lo mismo que pensaron algunos otros que se han ido instalando en los pueblos de la zona, como Astrid Dacquin, de origen alemán, que decidió que su lugar estaba en Chalinargues, donde montó el taller artístico Volcantal, de lava esmaltada. Hasta el pueblo vecino de Chavagnac, Géraldine y Noël Poulain llegaron desde Normandía y encontraron en una antigua granja el lugar ideal para ubicar su taller de cerámica La Boissonnière. Cada uno crea un tipo de objeto diferente, más decorativo o más útil, pero muy originales. Muchas de las vajillas que hemos encontrado en los restaurantes y pequeños hoteles sale de las manos y el atelier de Noël.

Y cerca de aquí, como escondido tras el bosque de la Pinatelle, Instants d’Absolu es la excusa que encontraron Laurence y Daniel para venirse desde los Alpes a vivir la vida en todo su esplendor. Amantes de la naturaleza y profesionales del turismo, compraron la antigua granja que había junto al lago del Pêcher y la transformaron en un ecolodge, una instalación pensada para viajeros que se rigen el turismo sostenible. El lugar no puede ser más espectacular, y más ahora cubierto de nieve. El lago está helado, y por la mañana, cuando el débil calor del día va dejando atrás el azote gélido de la noche, emite sonidos como de una época primigenia: extraños gorgoteos, chasquidos, crujidos... es como si tuviera su propio lenguaje. A su lado, las paredes de piedra de este hotel de doce habitaciones guardan más maravillas, sencillas pero evocadoras, y un delicado gusto en la decoración, los ambientes, la gastronomía y la atención. Todo ello es lo que Daniel y Laurence han dado en llamar “el lujo de los grandes espacios”. Y es un muy buen resumen del Cantal.


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Más información sobre el  Comité Départemental du Tourisme du Cantal en www.cantaltourisme.fr

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