Una vez que tenemos el trazado de las calles más o menos en nuestra cabeza es hora de echarse a andar de nuevo. Comprobaremos que no es una ciudad de grandes monumentos ni impresionantes construcciones, lo cual ofrece una ocasión perfecta para vivirla de otra manera, más de tú a tú.
Callejeo pues en dirección Este, hacia el puerto, todavía en la parte sur de la ciudad y bordeando el río, donde uno descubre que la capital de Irlanda es otro de los lugares Calatrava, con sus dos puentes de diseño, a modo de gigantes arpas blancas sobre este cauce negro. Pero junto a la arquitectura más moderna, ha sabido conservar edificios singulares como el que pugna por poseer el título del “pub más antiguo de Europa”. Se trata de The Brazen Head, un local mítico ubicado donde, al parecer, había ya una taberna en tiempos de los vikingos. Cerca de él está Christ Church Cathedral, levantada en la cumbre de la colina del antiguo Dublín, y que es una de las dos catedrales de la ciudad. La otra es la de St. Patrick’s, ubicada en uno de los lugares relacionados desde siempre con el cristianismo, pues se cree que en este lugar el patrón de Irlanda bautizaba en un pozo a los que se convertían a la religión que él proclamaba.
Derroteros más terrenales me han llevado hasta el Temple Bar, el barrio cultural de Dublín. Es también el barrio gay, lo que acentúa su carácter abierto y transgresor. Gran parte de los teatros, bares, restaurantes, cines, hoteles, galerías de arte y mercadillos se encuentran en las calles adoquinadas de este distrito que a punto estuvo de ser arrasado en los años sesenta para construir una gigantesca estación de autobuses.
Hoy es sábado y, como cada semana, se celebra un mercadillo de alimentos ecológicos/orgánicos en Meeting House Square, el corazón mismo del barrio. Y entre los puestos de frutas y manjares que desprenden un olor exquisito… ¡unos españoles que venden tortilla!
Algunos de los lugares claves para comer, tomar una cerveza, ver un espectáculo de música irlandesa o alargar la noche bailando hasta que el cuerpo aguante son el Fitzsimons, el Oliver St. John Gogarty, The Porter House, el Buskers Bar & Boomerang Night Club, el Turk’s Head o el Club M. No lejos también merece la pena dejarse caer por The Church –una antigua iglesia convertida en bar, restaurante y discoteca–, el RíRá, el George o The Globe.