Textos y fotos Juan Zaballos
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La Sicilia más normanda

Cuando piensas en normandos vienen a la mente vikingos conquistando la Europa medieval, reyes normandos guerreando con sajones en Inglaterra o tal vez, la preciosa región francesa de Normandía. Pero, imaginas un lugar donde, por los azares de la historia y el destino, una vez convivieron las tradiciones nórdicas de los vikingos, el románico medieval de Francia e Italia, la influencia bizantina y griega y la cultura árabe y africana. Ese milagro fue posible en el periodo en que los normandos conquistaron Sicilia creando allí su reino.

Sicilia; año 1072... Comenzamos con un poco de historia.

Sicilia estaba dominada por emires musulmanes que regían la vida de una población de orígenes y religiones variopintas. Roger I, noble normando francés es nombrado conde de Sicilia y conquista la isla. Su hijo Roger II, será el primer rey del Reino Normando de Sicilia.

Los normandos basan su reinado en la tolerancia hacia todos los cultos religiosos y lenguas. El griego, árabe y latín pasan a ser todas lenguas oficiales y reparten los cargos de la administración entre las comunidades, y levantan el sueño de que un reino independiente puede ser real. admirar la belleza que el Mediterráneo regala cada día.

Estos reyes son de espíritu conquistador, ambiciosos y traen consigo la herencia de dos siglos de asentamientos y batallas desde la fría Noruega hasta la impresionante capital de Bizancio, Constantinopla. Sus ansias y deseos de gloria y de formar su propia dinastía van a convertir al Reino siciliano en una potencia en el mediterráneo durante 150 años. Prueba de ese esplendor son las construcciones de ese periodo que hoy se mantienen en pie orgullosas y que han sido consideradas por la Unesco como patrimonio de la Humanidad bajo el nombre de conjunto Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale.

Recorrer los principales puntos de este itinerario nos lleva a lo largo de la costa norte de Sicilia desde Cefalú hasta la capital del reino, Palermo y a la ciudadela de Monreale. Además, toda la costa está plagada de lugares y villas con vestigios de construcciones normandas, pueblos donde detenerse a descansar y admirar la belleza que el Mediterráneo regala cada día.

Emprendemos rumbo a Cefalú, ciudad en la costa noreste de Sicilia, a 70 km de Palermo

Cefalú. La “ciudadela normanda”.

Esta pequeña ciudad vive a los pies de un peñon monumental, “La Rocca”, que parece surgir de la tierra o del mar abruptamente. Coronado con los restos de un castilllo, desde lo alto las vistas son maravillosas. Los fenicios la fundaron como su factoría y después cartagineses, romanos, bizantinos, arabes y normandos atracaron sus barcos en su protegido puerto. Por las mismas calles pequeñas de su casco antiguo que recorrieron los caballeros normandos, se salpican ahora los balcones con toldos de colores. Es una delicia pasear visitando sus pequeñas tiendas y reposar tomando algo en una de sus piazzas o incluso darse un baño en una de sus playas.

Catedral normanda de Cefalú. Il Duomo Cefalú.  A los mismísimos pies de “la Rocca” fue levantada y preside la principal piazza de la ciudad. El rey Roger II quiso construirla aquí como panteón de la dinastía. Protegidos por sus dos sobrias y robustas torres prepárate para tu primer encuentro con la decoración normando-bizantino. Maravillas creadas a base de ricos mosaicos de mil colores dominados por el dorado. Domina la curiosa imagen de un Pantocrator con pelo rubio como los normandos y barba al estilo árabe.

Pantocrator. Interior de la Catedral normanda de Cefalú

Recorriendo la costa vamos rumbo a Palermo. Alli se encuentran siete de los nueve lugares que forman parte del Sitio oficial de la UNESCO que es Patrimonio de la Humanidad.

Palermo es hoy una ciudad populosa que atesora monumentos huella de un pasado de siglos dominando la isla. En sus calles llenas de vida y de comercio encontrarás además de los vestigios normandos, grandes ejemplos del barroco siciliano. Pero sobre todo encontrarás mucha vida.

Callejea. Tras cada esquina puede aparecer un tesoro en forma de fuente, iglesia, piazza o edificio con mezcla de estilos, pero digno de ver. Citas obligadas incluyen un aperitivo en una terraza panoramica para contemplar el atardecer o un baño en su cercana playa de Mondello.

Playa de Mondello. Palermo

Pero de la ciudad ya hablaremos en otra ocasión, ahora sigamos en busca de los Reyes Normandos...

catedral de Palermo.

En sus cimientos podrías encontrar restos de templos fenicios, romanos, bizantinos y árabes. Todos estos pueblos tuvieron lugares de culto en este lugar en el centro del Palermo histórico. La mezquita que ocupaba su lugar se mandó demoler para construir una gran catedral de poderoso aspecto que hablara claro de la restauración del cristianismo en la isla como religión dominante. Conserva intacto ese espíritu robusto y dominante de la arquitectura normanda mejorado con elementos del gótico aragonés y la cúpula central del s. XVIII.

palacio real de palermo.

Palacio de los Normandos. El auténtico centro del poder político durante siglos. Lo ordenaron construir los emires musulmanes que, entre revueltas y guerras civiles, estuvieron intentando dominar la isla durante casi 300 años. Los normandos que derrotaron a los musulmanes lo ampliaron para asentar en él su corte. Sobre esta estructura normanda se ha gobernado la isla hasta la actualidad ya que es la sede de la Asamblea Regional Siciliana.

Dentro del palacio se aloja una joya del arte normando de la Capilla Palatina. Los reyes celebraban aquí sus ceremonias religiosas más íntimas en un tiempo en el que la religión y la fe eran elementos principales en la vida de los gobernantes. Admirando sus exquisitos mosaicos en dorado y azul y sus techos y suelos de estilo árabe, es fácil imaginar que consiguieran encontrar momentos de espiritualidad rodeados de tanta belleza.

dos almirantes, dos iglesias.

Jorge de Antioquía era el almirante del Rey Roger II. Obtuvo grandes victorias y consiguió extender el reino por el sur de la península Itálica, por el norte de África y por las costas griegas.  Su prestigio y victorias le reportaron tal fortuna y favor real que patrocinó la fundación de la Iglesia de Santa María del Ammiraglio, o de la Martorana. Se fundó para el rito griego-bizantino de la fe que procesaba el Almirante. Siglos después paso a una congregación católica y hoy se utiliza para el rito ortodoxo. Su exterior es también una mezcla de estilos que se han ido agolpando en sus muros con los siglos. El interior ofrece un baile de frescos barrocos y mosaicos normandos en sus techos y suelos. De nuevo la belleza del arte normando-bizantino jugará con tus sentidos creando un ambiente único.

Interior de la Iglesia de Santa María del Ammiraglio

Al rey Roger II, le sucedió en el trono su hijo Guillermo I, al que apodaban “El malo”. El Almirante principal de este monarca fue Maion de Bari. El título de almirante en la Sicilia de la época era poco menos que el de primer ministro. Antes de morir el almirante en una revuelta de los nobles contra él y contra el rey, le dio tiempo a fundar al lado de la iglesia del Almirante, la iglesia de San Cataldo.

La iglesia de San Cataldo (1160) representa una obra maestra de trabajadores islámicos capaces de interpretar el estilo oriental bizantina según sus propias tradiciones. La coronan tres cúpulas rojas muy características y las paredes de piedra están desnudas de decoración. Para hacer la iglesia aún más preciosa está el suelo en mosaico “opus sectile” creado también por artesanos islámicos. .

Iglesias de los almirantes. Santa María del Ammiraglio (izq) y San Cataldo (dcha).

Si Guillermo I fue “el malo”, su hijo Guillermo II fue “el bueno”

Mientras el obispo de Palermo se afanaba en construir su catedral en la ciudad, el rey decidió construir en Monreale la suya. En lo alto de un monte que domina la ciudad y la bahía de Palermo. En ese pequeño y apartado lugar levantaron los mejores artesanos normandos y musulmanes del reino y otros llegados de Constantinopla, una seo que supone la cima del arte normando bizantino. En su interior un sueño creado con un derroche de mosaicos dorados que cuentan escenas bíblicas. A su lado se instaló un monasterio con uno de los claustros más bellos y serenos que puedas encontrar. La sensación de paz y armonía interior es muy viva. Las 228 columnas todas con decoraciones y capiteles diferentes son como para pasar un buen rato admirando sus detalles.

Además de estos seis edificios significativos en el conjunto que la UNESCO incluye en su categoría de bien cultural Patrimonio de la Humanidad, hay otros tres en Palermo que son la Iglesia de San Juan de los Eremitas, el Palacio de Zisa y el Puente del Almirante que merecen también una visita. Y alguna pequeña maravilla fuera del listado oficial que no desentonaría como es la iglesia de la Magione.

Todos ellos ilustran el mestizaje de la cultura occidental con la bizantina y la islámica y constituyen un testimonio de la coexistencia fructífera de poblaciones de orígenes y religiones muy diferentes (musulmanas, bizantinas, latinas, judías, lombardas y normandas).

El rey Guillermo II murió sin descendencia y la corona paso a su tía Constanza casada con el heredero del emperador Federico Barbarroja. Sicilia perdió su independencia como reino y el sueño normando terminó cambiando la dinastía. El hijo de Constanza sería Federico II el más grande emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Cerdeña02_Rev.Viajeros

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Desde su nacimiento Cerdeña ha sido una de las islas más invadidas y codiciadas: fenicios, cartagineses, vándalos, bizantinos, genoveses... hasta Jaime de Aragón fue el rey de la isla ¡allá por el siglo XIII! Sin embargo, la ínsula sigue siendo un secreto en medio del Mediterráneo.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

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