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CÓRCEGA. De Bastia a Calvi. El norte de la “isla de la belleza”

El norte de Córcega ofrece algunos de los caminos y senderos más agradables y pintorescos de este destino conocido como la “isla de la belleza”. Montañas y puntos elevados con preciosas vistas, pueblos de pescadores, viñedos y algunas de las playas más bellas del Mediterráneo.

El norte de Córcega ofrece algunos de los caminos y senderos más agradables y pintorescos de este destino conocido como la “isla de la belleza”. Montañas y puntos elevados con preciosas vistas, pueblos de pescadores, viñedos y algunas de las playas más bellas del Mediterráneo.
 

 

En primavera o comienzos de verano es el momento perfecto para recorrer la Haute-Corse. Puertos antiguos y playas solitarias se suceden en un itinerario en el que destacamos los siguientes puntos claves:
 

1. Bastia.

La antigua capital de la Córcega genovesa es hoy la segunda ciudad en importancia de la isla. Bastia rezuma un distinguido aire urbano que contrasta con otras de las ciudades turísticas corsas. Se muestra sin artificios, sin preocuparse mucho por las apariencias, y eso le da un encanto especial. El Vieux Port, con su colección de pequeñas embarcaciones, las casas de la riviera y la fachada barroca de la iglesia de St. Jean-Baptiste, es una de sus estampas más reconocidas y fotografiadas. Pero también hay que tomarse su tiempo para descubrir otros rincones entre el dédalo de sus calles de casas de colores. En ese paseo encontraremos la estatua de un personaje que no podía faltar: Napoleón. El gran mandatario francés, que nació en esta isla, dirige su mirada al horizonte marino en dirección a otra isla... Elba, la de su exilio.

2. Erbalunga y Cap Corse.

La lengua de tierra que se extiende al norte de Córcega y que le da su particular fisonomía se conoce como Cap Corse. A menudo se ha descrito como “una isla dentro de una isla” debido a su personalidad diferente y bien marcada. Aquí encontraremos un litoral repleto de antiguas torres genovesas construidas en el siglo XVI que servían de punto de vigilancia y defensa, pueblos de pescadores y aldeas colgadas en los acantilados, en un precario equilibrio y un delicado juego de armonía y belleza. Uno de los pueblos que no hay que dejar pasar es Erbalunga. Fuera de temporada lo encontraremos tranquilo, con sus casas amontonadas en un promontorio que rodea una cala y un pequeño puerto pesquero, con torre incluida, lleno de marisquerías donde degustar muchas de las recetas de la cocina corsa. En el recorrido por el Cap Corse encontraremos rincones como la playa de Tamarone, donde parecen darse cita todos los tonos de azul, y otros lugares de gran belleza, sobre todo en la costa oeste, más salvaje y espectacular.

3. Patrimonio.

Casi en línea con Bastia, pero hacia la costa opuesta, recalamos ahora en Patrimonio, la punta de lanza de los viñedos de la isla. El terreno calcáreo del valle donde se asienta este pueblo es perfecto para las variedades corsas como la vermentino y la niellucciu. Así pues, es hora de visitar alguna de las más de treinta bodegas de la zona y descubrir los vinos de Córcega. Desde aquí, ya en dirección suroeste, alcanzaremos en poco tiempo Saint-Florent, una ciudad totalmente volcada en el turismo en la que es muy habitual ver imponentes veleros y yates en su puerto deportivo. Las calles de esta localidad están llenas de tiendas, restaurantes y cafeterías, lo que la convierte en uno de los lugares más animados, sobre todo en temporada alta.
 

4. El desierto de Agriates.

Uno de los paisajes más sorprendentes de Córcega es el desierto de Agriates, 160 km2 de terreno árido y rocoso, salpicado de la típica vegetación arbustiva mediterránea (madroños, brezos, jaras, lentiscos, mirtos, romeros, aliagas...) Resulta difícil creer que este lugar fue en otro tiempo el granero de Córcega. Los incendios y la explotación agrícola excesiva transformaron este entorno, hoy Patrimonio de la Humanidad, y que atrae sobre todo por dos razones: las playas de Lodo y de Saleccia. Más al sur, en Ile Rousse, el Parque Botánico de Saleccia ofrece la posibilidad de descubrir todas las especies vegetales de la isla a través de un circuito paisajístico en un área de siete hectáreas junto al mar.

5. Calvi.

La ruta por la costa nos lleva por fin hasta Calvi, una ciudad mitad militar, mitad turística, fundada por los romanos en el siglo I d.C. La gran ciudadela genovesa situada sobre el puerto es la imagen que más se identifica con esta población en la que, según sus habitantes, nació Cristóbal Colón. Sea o no el lugar donde vino al mundo este marino, lo cierto es que es uno de los rincones más bellos de Córcega, al que acuden cientos de turistas en verano, muchos de ellos con su propio yate. Aquí encontraremos una oferta de playa (4,5 kilómetros de arena blanca que se extienden a lo largo del golfo), de cultura y patrimonio, donde destacan sus festivales de música. Y es que en Córcega la vida no se entiende sin bailar y cantar. Quizás por eso deje tan buen recuerdo en todo el que la visita.
 

Más información:

www.rendezvousenfrance.com
www.visit-corsica.com

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