Textos y fotos Lydia Rodríguez
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De ruta por los pueblos más bonitos de España

Tenemos sol, mar, montaña, cultura, historia, arte, naturaleza en su estado más seductor... Son muchos los pueblos de España que merecen una mención especial, pues en un país con tanto patrimonio, la oferta turística es inagotable. Os traemos un trocito ubicado en la zona centro que nosotros hemos recorrido en dos días, pero posee tantísima belleza, que un fin de semana sólo consigue dejarte con ganas de más.   

Con la misma ilusión que tiene un niño cuando sabe que le espera un día emocionante; así salimos de Madrid. Sabiendo los puntos de parada, pero sin conocer lo que nos espera en cada uno de ellos.... En realidad, esta sería la más acertada definición de "una verdadera aventura"

Candelario. Tradición y patrimonio

Nos encontramos en la Sierra de Béjar, en un bello pueblo de montaña de calles empinadas por donde discurren canales de agua cristalina. Como buen pueblo chacinero, puede percibirse la adaptación de todos sus elementos a su principal actividad. Cada año, del 2 de noviembre al 2 de febrero, se sacrificaban miles de cerdos en plena calle y las regaderas se utilizaban para mantener la limpieza diaria tras la matanza. Grandes balconadas que se utilizaban como secadero y una planta baja dedicada a la elaboración de embutido, lo que conocemos como picadero. Como señal de identidad, aún se conservan en la mayoría de sus casas las batipuertas, curiosos portones de madera diseñados para servir como barrera en la matanza y, a su vez, impedir que entrase el ganado mientras se aireaba la carne. En el entorno montañoso donde nos encontramos, la nieve es un elemento común, por lo que estas batipuertas también servirían como aislamiento y protección, así como facilitar la salida y entrada a la casa cuando las nevadas son complicadas.

Pasear por Candelario, es toparse con casas singulares, todo tipo de fuentes y ese aroma tan característico a tradición, y como no, a chorizo, morcilla de calabaza, jamón, hornazo o perrunillas...  

La Alberca. Conjunto histórico artístico desde 1940

Y no es poca cosa; fue el primer pueblo español declarado Conjunto Histórico artístico. Es su curiosa arquitectura serrana el mayor de sus atractivos turísticos. Sus estrechas y empedradas calles distribuyen edificios cuya segunda planta sobresale sobre la primera, casi tocándose con la casa vecina, provocando así un juego armonioso de luces y sombras. Este desnivel entre plantas da lugar a los soportales, en muchos de ellos se puede leer inscripciones de la fecha de construcción, así como símbolos evidenciando el cristianismo de sus primeros propietarios. Estas casas tradicionales no solo se usaban como residencia, ya que en la parte baja solían alojar al ganado, eran bodegas o servían como almacén de los productos que producían.

Una vez recorridas sus calles, visitada su desnivelada plaza y la cercana iglesia consagrada a Nuestra Señora de la Asunción, se hace evidente que, La alberca se recorre en poco tiempo, pero en sus alrededores aún hay mucho por ver. Se pueden visitar las ermitas a poca distancia, como la de Nuestra Señora de Majadas Viejas o la de San Marcos, situada en un entorno único. Los alrededores de La Alberca completan esta segunda parada de una forma muy satisfactoria.

Ser un cerdo bendecido en La Alberca, tiene un pequeño privilegio. Paseará libremente por el pueblo y será alimentado por los albercanos, desde el 13 de junio -San Antonio de Padua- hasta el 17 de enero -San Antón-, día en el que se sortea entre los lugareños que lo alimentaron.

un Pueblo con título de ciudad

Rozando Portugal llegamos a Ciudad RodrigoPueblo que antaño fue residencia de familias nobles y que hoy nos deja, a los que la visitamos, toda esta riqueza y belleza medieval trazada en el interior de su muralla. Siete son las puertas de entrada, que nos trasladan –incluso antes de llegar- a una historia de siglos pasados, paseando por el interior de sus murallas o sus palacios renacentistas.

Convertido hoy en Parador Nacional, el Castillo de Enrique II de Trastámara, nos da la bienvenida, y es entonces cuando podemos percibir porque Ciudad Rodrigo fue un punto estratégico, no solo por los 25 km. que le separan de Portugal, si no por su imponente situación, resistiendo a diversas batallas -muchas de ellas en plena guerra de la independencia- manteniendo intactas sus fortificaciones y baluartes, pero dejando sentir un sinfín de cicatrices en sus muros. Esta larga resistencia a Napoleón, es algo que hoy agradecemos todos los que visitamos y disfrutamos de este pueblo con título de ciudad.

 


Dejamos Salamanca y nos adentramos en tierras cacereñas en dirección a Sierra de Gata; la Galicia de Extremadura.

amanece en San martín de trevejo

Si alguien que no ha estado nunca en la sierra de Gata y amanece sin saber cómo (a veces pasa) en San Martín de Trevejo, creerá encontrarse en algún lugar de Asturias, de Galicia o del norte de Portugal. Desde luego, no en Extremadura. Para empezar, aquí hablan distinto. Al casco antiguo, le dicen cascu antigu; al queso, quesu y al vino, viñu. Casi todo, acabado en “u”, incluso los letreros de las calles están escritos así. Lo más probable es que ese alguien no haya oído hablar en su vida de la fala, y no se le puede reprochar, porque es una lengua que sólo se utiliza en tres pueblos (San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno) y que nadie sabe a ciencia cierta de dónde viene: del gallego, del portugués, del asturleonés o del mozárabe. Una lengua que, en realidad, son tres, pues en cada lugar se maneja un dialecto de la misma: en Valverde, el valverdeiru; en Eljas, el lagarteiru, y en San Martín, el sanmartiñegu o mañegu. Esto de que cada quisque tenga su idioma es una cosa muy española y, digan lo que digan algunos, una gran riqueza. Más vale tener, que no desear.

Otra cosa que despista, que no cuadra con el estereotipo extremeño, es la abundancia de agua. Agua del Árrago, del Tralgas, de la riveras de Gata, de Acebo y Trevejana, del Erjas y de muchos otros ríos y arroyos que corren por los barrancos de la sierra en busca del Alagón. Agua que, en San Martín, desborda los pilones de las fuentes y corre a raudales por medio de las calles, con alegría tropical. Además, las casas de San Martín, más que de pastores y labriegos, diríase que son de hidalgos montañeses: blasonadas, de sillares bien labrados y con amplios lagares subterráneos donde se elabora el vino de pitarra. La verdad es que en San Martín, y en toda la sierra de Gata, la vida parece cualquier cosa menos extrema y dura, y uno ha de hacer bien poco (saludar y sonreír) para que lo inviten a una de esas bodegas familiares donde, bebiendo vino artesano, comiendo queso de cabra retinta y mojando pan en aceite de manzanilla cacereña, se está en el mejor lugar del mundo, aunque no se sepa muy bien dónde se está.

No podemos pasar por alto el tramo de carretera hasta llegar a nuestro último destino. Os hará desconfiar de vuestro GPS... ¡No lo hagaís, es Extremadura!

Robledillo de Gata. Parada no prevista, sí obligatoria.

No estaba programada, eso es verdad, pero no podemos abandonar Sierra de Gata sin hacer esta parada, pues para ahondar en el tema del aceite, hay que ir a Robledillo de Gata, que es un pueblo encantador, el más bello, norteño y serrano -valga la redundancia- de la sierra, y tiene un museo dedicado al oro líquido. Por Robledillo pasa brincando el Árrago, río que en su día llegó a mover hasta cuatro molinos de aceite, señal de que antiguamente molía más gente que los actuales 91 vecinos (en el siglo XVII llegaron a ser más de 800). Más de mil años, como algunos de los olivos que salpican el término, puede que tenga el Molino del Medio, que funcionó hasta el invierno de 1975 y que hoy, rehabilitado como museo, mantiene vivo el recuerdo de las viejas moliendas. En él puede verse desde la caudera o caño por donde entraba la corriente hasta las tinajas en que se separaba por decantación el aceite del alpechín, pasando por la rueda de cazoletas, el alfarje con la piedra de moler y la prensa hidráulica donde la masa triturada se exprimía dos veces, una en frío y otra echándole agua hirviendo. Como se aprecia en las fotos del museo, esta última operación saturaba el lóbrego recinto de un vapor oleoso que lo impregnaba todo, haciendo innecesario el uso de lubricante para las máquinas. Por cierto que, para los que cuidan su aspecto, en la tienda del museo hay, junto a cientos de botellas doradas y lustrosos chorizos, un surtido de jabones, lociones hidratantes y cremas antiarrugas elaboradas con aceite de la sierra.

El punto más alto del pueblo nos muestra el laberinto cuestudo de pizarra, madera y adobe, salpicado de fuentes y cascadas, que es Robledillo.

Extremadamente dificil pasar por el Parque Natural de Monfragüe y no detenerse, aunque sólo sea por llevarnos un par de imágenes...

¡y ahora si! Trujillo es nuestra última parada

Redondeando este viaje, paramos en tierra de conquistadores. Pues aquí nació Francisco Pizarro, y de aquí partieron muchos protagonistas de páginas y páginas escritas sobre la historia de la América hispana, convirtiendo a Trujillo en una de las ciudades más monumentales de Extremadura.

Todo su perímetro está salpicado por torreones y almenas, desde donde se visualiza a la perfección los campos extremeños. Protegidas por su muralla, encontramos sus cinco puertas de acceso –el arco del triunfo, la puerta de San Andrés, la de las Palomitas, la de la Coria y la de Santiago-, y recorremos sus calles estrechas y empedradas que nos llevan a la plaza Mayor. Plaza presidida, a caballo, por Francisco Pizarro, el más reconocido conquistador de la América colonial y, en otro tiempo, gobernador de la Nueva Castilla. En la Casa Museo de Pizarro -casa natal del padre de Pizarro-, se recrea la vida, aventura y conquista del hijo más ilustre de la ciudad.

Sobre una mezquita fue construida la Iglesia de Santa María la Mayor – Monumento Histórico-Artístico-, sobre un edificio medieval, la iglesia de San Martín de Tours, y sobre restos romanos, su castillo.

Si hay algo que nos gusta, es tener la oportunidad de conocer una misma ciudad, escuchando lo que cuenta con el sol del mediodía, pero también con las luces del atardecer.

nuestra parada gastronómica. Sabores extremeños

Alojarse en Paradores es -al margen de arroparse con la historia de sus muros-, poder disfrutar del gusto por los detalles, entorno, ubicación y gastronomía: siempre apoyada de los mejores productos de la zona que los rodean.

En Trujillo se cumple la regla, sobre un convento del siglo XVI con dos claustros, a cuatro minutos de la monumental plaza mayor de Trujillo, se sitúa su parador, belleza sin aspavientos donde poder descansar… y comer.

Cuando pensamos en pasar unos días visitando rincones de nuestra geografía y elegimos paradores como destino, pensamos en edificios singulares y entornos fantásticos, pero a veces no relacionamos estos establecimientos con su cuidada gastronomía. En el Parador de Trujillo probamos el menú degustación, de manos del cacereño Julián González Moreno, su jefe de cocina.

En esta cocina se atreven a dar una vuelta a platos usando como punto de partida los excelentes productos de la tierra; lejos de querer ser una crítica gastronómica, desde el punto de vista más viajero, nos dejamos sorprender con la delicada forma de incorporar todos estos sabores extremeños tan reconocibles a cada uno de los platos que nos presentan. Como el ajoblanco de castañas y granizado de mosto, acompañando a un humus de lentejas con garrapiñadas en pimentón. No deja indiferente la ensaladilla de encurtidos envuelto en jamón ibérico y limón. En definitiva, una propuesta variada de platos, algunos más convencionales -como las croquetas de jamón ibérico o los tomates de miajadas con aceite ecológico-, y otros más innovadores -como guiso de liebre frio o sus raviolis de codillo-. Para finalizar semejante variedad; técula mécula -postre puramente extremeño- con helado de mandarina, delicioso y dulce broche. Maridando esta degustación, nos acompañó un Balancines crianza 2017 de la cercana denominación Rivera del Guadiana.

De regreso de esta corta y provechosa aventura, volvemos comentando lo satisfechos que estamos con lo visto, sentido, disfrutado y saboreado. Que hemos culminado en una tierra de conquistadores que, cumpliendo con su renombre, ha conquistado, sin remedio, a estos viajeros. 

Guia práctica

Cómo llegar

Esta ruta se inicia en Madrid, por lo que para llegar a nuestra primera parada, tomaremos la Los A-6 hasta Villacastín, donde enlazamos a la A-51 que nos conduce hasta Ávila y, a partir de allí, la N110, la AV-102 y la SA-102 nos guiarán hasta Candelario.

Para llegar a La Alberca, la SA-220 durante 1 hora y 54 kilómetros, nos llevará directamente.

A Ciudad Rodrigo tendremos otros 45 kilómetros por la SA-220.

Para llegar a San Martín de Trevejo, la ruta más rápida será por la CL-526 y la CC12, tendremos que contar más o menos con una hora de camino.

Tomaremos dirección Plasencia por la EX-205 durante 57 kilómetros - los paisajes por este camino, pueden retrasarnos un poco la llegada a Robledillo de Gata-

A Trujillo llegaremos por la EX-208, que nos hará pasar por el Parque Natural de Monfragüe, pero en dos horas entraremos en nuestra última parada. 

Regresaremos a Madrid por la A5 durante 257 kilómetros.

Dónde alojarse

La Alberca - Abadía de los Templarios

Ctra. Salamanca - La Alberca, Km.76
La Alberca (Salamanca).
T. 923 423 107 / 923 423 114
info@abadiadelostemplarios.com.

La Abadía de los Templarios es el complejo más espectacular de La Alberca. Dispone de Spa y salones de bodas, tiene una parte de hotel y otro de villas. Es realmente muy bonito y una opción de lujo para darse un capricho.

San Martín de Trevejo - Casa Rural Antolina

C/Fuente, 1
San Martín de Trevejo (Cáceres)
T. 927 510 529 / 630 605 371 
reservas@casa-antolina.com.

Antolina es una casa noble, solariega, construida en pleno siglo XIX. Regentada por un entrañable matrimonio de ex-profesores de literatura, y ubicada en el centro de San Martín de Trevejo. Desde el exterior se hace imposible adivinar lo que tan celosamente esconde su interior. Espacios verdaderamente asombrosos, que nosotros no contaremos porque consideramos que Marian lo hace muchísimo mejor.

Trujillo - Parador de Trujillo

C/Santa Beatriz de Silva, 1
Trujillo (Cáceres)
T. 927 321 350
trujillo@parador.es

Sobre un convento del siglo XVI, con dos claustros y a cuatro minutos de la monumental plaza mayor de Trujillo. Sobre Paradores ya está casi todo dicho, es garantía de acierto, pero cada uno de ellos tiene algo especial que lo diferencia del resto, algo que nosotros hemos tenido el privilegio de descubrir y que os invitamos a que vosotros también lo hagáis. En este parador -dependiendo de la temporada elegida-, puedes pasar la noche desde 75 € en habitación doble. 

Dónde comer

Candelario - Posada de Candelario

C/Enrique Fraile, 31
Candelario (Salamanca)
T. 633 443 784

Escondido entre las callejuelas del centro histórico de Candelario. Cocina casera y asequible con platos de productos de la zona en un espacio agradable y familiar.

Ciudad Rodrigo - Restaurante Estoril

C/General Pando, 11
Ciudad Rodrigo (Salamanca)
T. 923 460 550

De Ciudad Rodrigo lo que más se conoce en términos culinarios es el farinato -un embutido elaborado con manteca, pan, harina, pimentón, cebolla, anís y aguardiente, que habitualmente se come con huevos fritos- del que su reinvención en tapa dulce con la Berlina de farinato ha valido al restaurante Estoril el tercer premio al Mejor Pincho de Castilla y León. Tampoco se puede pasar por allí sin probar la carne de vaca morucha, autóctona de la zona.

Robledillo de Gata - Casa Manadero

Robledillo de Gata (Cáceres)
T. 927 671 118
info@casamanadero.com

Cocina casera con productos propios de la tierra, la granja y la matanza, en una casa tradicional de pizarra, madera y barro. La parrillada de verduras y la caldereta de cabrito son platos habituales. Dispone también de apartamentos rurales y de una amplia variedad de actividades, desde elaboración y cata de aceites, hasta paseos a caballo, rutas de senderismo o quads. 

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Oscar Niemeyer, discípulo de Le Corbusier y considerado uno de los personajes más influyentes de la arquitectura moderna internacional ha ideado el centro cultural que está transformando el Avilés posindustrial en una gran capital artística.

Texto y fotos: Oscar Checa y Turismo de Galicia

Probablemente la castaña sea uno de los frutos que mejor represente la temporada del otoño y casi, casi, la del invierno, una vez pasada por el fuego y convertida en una delicia asada. O al menos en el hemisferio Norte del planeta, que es donde crece casi la totalidad de los Castanea sativa, los castaños que dan frutos comestibles.

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