Textos y fotos Elvireta Galindo
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CÁDIZ. Ruta de los pueblos blancos

Riscos salvajes, bosques de encina, calles muy empinadas, casas blancas, tejados morunos… En la Sierra de Cádiz, los olivos, las torres de las iglesias y los pueblos se dibujan en líneas perfectas con un embrujo especial.

En este rincón gaditano la paz y la tranquilidad lo inunda todo y la belleza del detalle de una maceta, una reja o una simple puerta hace hermoso lo sencillo. En  Arcos de la Frontera empezamos nuestra ruta.

Gran simbiosis

El primero, y uno de los pueblos que más nos gustó, fue Setenil de las Bodegas, increíble e insólito. Es un conjunto donde la roca, el río y las casas se funden en una simbiosis espectacular. El río Trejo ha excavado una garganta de enorme belleza dando lugar a este monumento natural.
Por Alcalá del Valle, Olvera y el pintoresco Torre Alhaquime nos dirigimos a El Gastor. La vista y el aire que se respira invitan a dedicar un ratito de nuestra ruta. El olor a geranio inunda las calles y los ancianos conversan en los mismos bancos de toda la vida.

Zahara de la Sierra

Después de Algodonales, se divisa la silueta de Zahara de la Sierra, hermosa. Zahara, que significa "flor" en árabe, es un pueblo en pendiente, adaptado a la difícil orografía del terreno, que merece la pena ser recorrido lentamente a pie, disfrutando de sus vistas espectaculares. Desde aquí se asciende al Puerto de las Palomas: en sólo 11 km se remontan 850 m de desnivel. El paisaje, espectacular: enebros, pinsapos y muchas flores.
El pinsapo, por cierto, es una especie de abeto mediterráneo que puede considerarse una reliquia. A sus pies crecen lirios, rubias, clavelitos y peonías, rosas del bosque.


Grazalema y los pueblos blancos

Grazalema nos espera. Es el símbolo de los pueblos blancos. Tiene casas señoriales, de familias que se enriquecieron con la industria textil. Actualmente queda una fábrica y un museo de mantas artesanales de pura lana virgen. Después, es buena idea comer en El Bosque, justo antes de descubrir Villamartín, Bornos y, ya de vuelta, Arcos de la Frontera.


Un gran laberinto

De Arcos dicen que es uno de los pueblos más bonitos de España. Estrecho, sinuoso, empinado, parece concebido a modo de laberinto. Por sus callejones blancos, con ventanas enrejadas y edificios unidos en sus vértices por arcos de refuerzo, se puede sentir el paso de los siglos. Se halla plagado de miradores, tal es el caso de la Peña Nueva, desde donde se contempla una impresionante panorámica de la cuenca del Guadalete. Aquí, las puestas de sol son un espectáculo.
En Arcos no puedes resistirte a la belleza de sus monumentos, como el palacio del Mayorazgo y la iglesia de Santa María de la Asunción.

Una cosa que nos llamó la atención fueron los caracoles blancos, pequeños, que se toman en los bares de tapeo. Los ponen sólo hervidos, en un vaso y en el jugo de cocerlos con especias. La gente se entretiene comiéndolos, uno a uno, y luego se beben el caldo.   


Punto de Encuentro es un espacio preferente donde tus sugerencias y viajes nos interesan y pueden ser útiles para otros lectores. Envía tu relato (con imágenes) a viajerosdigital@viajeros-editorial.com.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

La época estival que solemos aprovechar para disfrutar de las vacaciones en la playa o en el interior también se puede emplear para que los más pequeños tengan contacto directo con la naturaleza. La experiencia que os proponemos puede tener como marco el hotel Fuerte Grazalema que dispone en sus instalaciones de granja y huerto ecológico.

Texto y fotos: Pepa García

Conil, Zahara de los Atunes, Barbate y Tarifa palpitan al unísono cada año cuando uno de los reyes del mar, el atún rojo, acude puntual a su cita. Seguiremos su rastro durante un fin de semana mientras disfrutamos de playas salvajes, espacios naturales, sitios arqueológicos, clima benigno y una mesa privilegiada.

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