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CATALUÑA. El Berguedà, Turismo sostenible

El Berguedá es una comarca catalana que muchos conocen como los Pirineos de Barcelona. A menos de una hora de la capital catalana, nos tienta con una buena caminata, con su patrimonio histórico y cultural y, también, con interesantes iniciativas de Turismo Sostenible.

 

El Berguedà es una comarca catalana que muchos conocen como los Pirineos de Barcelona (especialmente su zona septentrional, El Alt Berguedá). A menos de una hora de la capital catalana, son tierras muy tentadoras para pegarse una buena caminata y exiliarse durante unas jornadas de la dictadura del día a día. Cuenta con montañas y cimas altas (casi todos los halagos se los llevan el Parque Natural Cadí Moixeró y el Pedraforca), valles sin los que no se puede entender la historia de Cataluña (el del Llobregat, por ejemplo) y un bagaje cultural que se ha afianzado gracias a su patrimonio histórico y tradiciones, algunas llamativas, otras sabrosas. Todos estos elementos existen desde hace tiempo; en cambio, las iniciativas de las que vamos a hablar son relativamente nuevas, siendo el turismo sostenible su denominador común.

Por Jordi Jofré (Edición digital Revista Viajeros)

El laberinto de las certificaciones

Antes de entrar en materia, hay que saber que nos podemos encontrar con diferentes tipos de certificaciones, siendo las más utilizadas EMAS (Reglamento Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría), EU Ecolabel y DGQA (Distintivo de Garantía de Calidad Ambiental de Cataluña). Puede parecer un embrollo pero no es necesario saberse las características de cada una. No obstante, si nos interesa el tema,  deberíamos conocer sus logos para poder identificar productos y servicios que entroncan con el turismo sostenible, especialmente con el respeto del medioambiente (uno de sus pilares más importantes pero no el único). Por cierto, de todo esto y más se hablará en la 7ª Conferencia Internacional sobre Destinos y Turismo Responsable que se celebrará del 1 al 4 de octubre de 2013 en Barcelona.


El pasado industrial del Berguedá


La historia nos dice que el río Llobregat es el principal eje de la comarca. Desde siempre, sus habitantes han aprovechado su fuerza para poner en marcha molinos y turbinas. Y, así, en torno a el surgieron en el siglo XIX las colonias textiles (un gran número, la concentración es asombrosa) que impulsaron la economía catalana. La vida en estos centros de trabajo era realmente dura, hecho que podemos comprobar, por ejemplo, en el Museo de la Colonia Vidal que conserva buena parte de su patrimonio e instalaciones. La visita comienza con un audiovisual en el antiguo cine del complejo y se descubren muchas curiosidades. Por ejemplo, en 1905, los hombres cobraban 17 pesetas a la semana, las mujeres 15 y los niños, siendo el precio medio del alquiler 7 pesetas. Incluso se puede ver (y oír) en vivo y en directo el funcionamiento de un telar mecánico. Cabe decir, además, que el museo está acometiendo una serie de reformas y mejoras en aras de reducir su impacto ambiental.   


Siguiendo con nuestro enfoque industrial, El Berguedá cuenta con otro punto de interés: la Mina de Petróleo de Rituort. Tiene el encanto de una cueva con el valor añadido que aquí se puede reflexionar sobre el uso que estamos dándole al oro negro, además de ver cómo brota de la roca. Y es que a principios del siglo XX de aquí se extraían las margas  bituminosas que después se destilaban para obtener el petróleo. Al parecer este no era de gran calidad y el negocio sobrevivió pocos años. Hoy, la visita resulta divertida gracias a las explicaciones que ayudan a entender el proceso industrial, las necesidades energéticas que la humanidad tiene (o se crea) y un buen puñado de curiosidades como una bacteria aquí descubierta que podría servir para controlar los temidos vertidos de hidrocarburos.


Dar botes como un loco o visitar el medievo


Hay mucho  más que ver, por ejemplo, nuestras dos próximas propuestas. Por un lado, Berga, capital de la comarca, nos llama la atención, sobre todo porque en las próximas fechas (del 29 de mayo al 2 de junio) se va a celebrar su día grande: La Patum. Se trata de una multitudinaria fiesta que, con tambores, cabezudos, pasacalles, fuego y bailes, recuerda al teatro religioso medieval. La participación de los asistentes es fundamental en su desarrollo y no deja indiferente a nadie. Para que os hagáis una idea del jolgorio que se acerca, os invitamos a echar un vistazo a este vídeo que os enlazamos.

Muchos más tranquilo que La Patum es darse una vuelta por Bagá, posiblemente una de las poblaciones con mayor encanto de El Berguedá. Es una villa que conserva parte de su esplendor medieval y donde da gusto recorrer sus callejuelas. No faltan historias donde se habla de 100 vírgenes, un puente empedrado, torres y retazos de murallas. Si el mundo de los cátaros nos llama la atención, aquí, además, hallaremos un centro de interpretación que nos permitirá comprender mejor este enigmático movimiento religioso.



Andando se hace el camino

Al principio del artículo comentábamos que las botas son compañeras casi indispensables cuando se visita esta comarca catalana. La oferta es muy extensa y podéis echar un vistazo a la pestaña de Turismo Activo de la web turística de El Berguedá.  Nosotros disfrutamos de una parte del llamado Camino de los Hombres Buenos, un itinerario de casi 200 km (finaliza en el castillo de Montségur, en Francia). Desde el Santuario de Queralt (Berga), que es el comienzo de la ruta, nuestra caminata nos sirvió para intuir el potencial de la zona que se halla jalonada de una buena remesa de senderos para todos los gustos. Por cierto, lo de los hombres buenos va por los ya mencionados cátaros que siguieron este itinerario en su huída de la Inquisición. Ahora no es necesario salir a la carrera y se puede disfrutar andando, a caballo y, en gran parte de su extensión, en bicicleta de montaña. Y si aún tenemos más ganas de emociones, podemos apuntarnos (o animar) en alguna de las carreras de montaña que se organizan en la zona, como la Ultra Cavalls del Vent, sólo apta para verdaderos atletas.

Alojamientos sostenibles recomendados por revista ViajeroS

Nos permitimos una reflexión: la autosuficiencia es casi imposible. Por ello, cuando hablamos de sostenibilidad debemos tomarlo como una actitud, una meta que difícilmente podremos alcanzar pero a la que nos podremos acercar más o menos. Es como ese dicho que habla acerca de la Felicidad: no es un lugar sino un camino.

Bien, filosofadas aparte, seamos prácticos. Si vais a disfrutar de unos días por el Berguedá podéis tomar nota de las siguientes sugerencias. Son alojamientos que están apostando por soluciones energéticas para reducir su impacto en el entorno y para, como no, ahorrar costes. Allá vamos.

Camping Berga Resort. No es un camping al uso y lo primero que llama la atención son sus grandes dimensiones y su Centro Wellness. A priori, son características alejadas del turismo sostenible pero lo cierto es que ha implantado un sistema de seguimiento individualizado de los consumos energéticos, dispone de placas solares para calentar el agua y está a punto de inaugurar una caldera de biomasa para reducir casi a cero su consumo de gasoil. Claro está que sería más sostenible no montar un spa pero también es verdad que hay muchas maneras de hacerlo. Es, cuanto menos, un alojamiento singular donde se toman muy en serio las energías alternativas para reducir su impacto (e, insistimos, para ahorrar costes). Por cierto, en cuanto a la biomasa, según explican los expertos, cabe decir que es una opción neutra desde el punto de vista del ciclo del carbono (las emisiones de CO2 que producen proceden del carbono retirado de la atmósfera en el ciclo biológico) pero que sí emite determinados tipo de partículas que pueden ser nocivas en ciertos entornos (por ello, no es aconsejable su uso en grandes ciudades donde hay un exceso de las mismas).  En todo caso, su éxito verde se multiplica cuando la biomasa utilizada procede de bosques que en otro caso no serían limpiados, reduciéndose así las posibilidades de incendios.

Camping del Berguedá. (EU Ecolabel y DGQA). De dimensiones más pequeñas que el anterior y con instalaciones más sencillas, este camping podríamos decir que basa su estrategia en el sentido común. Por ejemplo, para dar sombra a las parcelas y alegrar los jardines, se han plantado especies autóctonas, resistentes (con escasas necesidades de agua) y de tamaño medio (para no tener que cortarlas a menudo; cuando hay que hacerlo, se utiliza para compost). El agua se depura con bacterias (opción sólo apta para establecimientos no muy grandes) y para un futuro próximo se espera contar con la ayuda de la biomasa. Es, además, un lugar tranquilo desde donde se pueden realizar muchas caminatas. A la vuelta, la ducha caliente se disfruta gracias a la energía rescatada por los paneles solares (por cierto, para su instalación necesitaban una superficie plana, problemática que resolvieron con un green roof). 

Hotel Cal Duaner. Placas solares, gestión de la ilumación (LEDS, tarjeta de desconexión automática, detectores de paso, etc.), gestión de los residuos, doble acristalamiento, detergentes ecológicos, información para interpretar el territorio, envases reutilizables, acciones para reducir el consumo de agua... un compendio de actuaciones que son un buen ejemplo de cómo un establecimiento puede reducir su impacto en el medioambiente. El alojamiento en sí es sencillo y tranquilo, y resulta muy agradable por el trato de los dueños. Además, cuenta con un restaurante (El Recó de l'Avi) donde, a base de cariño y productos locales, se come estupendamente.

Cuidando el estómago

Hablando de homenajes gastronómicos, tenemos en nuestra libreta apuntados cuatro lugares muy recomendables. Serán nuestra despedida de El Berguedá como mandan los cánones, con la panza llena.

Restaurante La Cabana- Berga. A base de productos de temporada y de proximidad, ofrece una cocina moderna inspirada en las recetas populares de la zona. Así, bebe de la filosofía slowfood aunque no esté incluido dentro de dicha marca. Se pueden probar delicias como los guisantes negros o lasañas de verduras muy sabrosas. Berga.

El Molí de Casó. Un coqueto alojamiento rural y un estupendo restaurante donde se respira una atmósfera apacible y sana. Cuenta con huerto ecológico y ofrece talleres gastronómicos donde se explican las bondades de los productos frescos, las flores comestibles y las hierbas aromáticas. En conjunto, una tentación a tener muy en cuenta. Barrio Terradellas (Bagá).

Cal Marxandó. En el que se dice que es el pueblo con ayuntamiento más pequeño de Cataluña, Sant Jaume de Frontanyà, asoma este restaurante que supura historia por todos sus poros. Estupendo para comer después de visitar este rincón (incluyendo su iglesia) de El Berguedá. Tel. 938 239 002

Obrador de quesos La Bauma. Quesos elaborados con mucho mimo. Una opción sabrosa para llevarse de recuerdo a casa. La Solana. Borredà.

Más información:

www.elbergueda.cat
www.catalunya.com

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