Durante cinco fines de semana el mundo de las calabazas y los vampiros se instalará en el parque con una programación del más allá: un pasaje del terror especial para los más pequeños, nueva función de circo inspirada en Halloween y personajes de monstruosos en la Exhibición de rapaces y repartidos por todo el parque.
Navarra. La historia de un Reyno
El Reyno de Navarra nos habla de historias de reyes y nobles, pero también de la vida de sus antepasados y el carácter de los navarros. Es una tierra con identidad propia que ha sabido preservar el gran legado artístico e histórico de sus moradores.
Encontramos, así, dólmenes que nos transportan a la Edad de Bronce; puentes y ermitas románicos y castillos erigidos en el esplendor de la Edad Media. Algunas de estas fortificaciones han permanecido como testigos del pasado. Las más conocidas tal vez sean el Palacio Real de Olite y el Castillo de Javier pero hay muchas más –entre otros, los palacios de Irurita o Donamaria, los conjuntos monumentales de Estella-Lizarra o la Torre Monreal de Tudela– que se hallan integrados en la Ruta de los Castillos y Fortalezas de Navarra. Y es que durante la Edad Media, la situación fronteriza y estratégica del Viejo Reyno lo convirtió en un territorio codiciado por sus enemigos. La necesidad de defenderse de las continuas incursiones propició la construcción de un centenar de fortalezas y castillos a lo largo y ancho del territorio. Algunas de ellas sobrevivieron al paso del tiempo y forman parte de un interesante itinerario que permite conocer historias y leyendas de otras épocas.
En los Pirineos
En el norte, el castillo de Amaiur/ Maya, con su planta de fortaleza medieval y fuerte renacentista del siglo XVII, nos recuerda que fue el último foco de resistencia frente a Castilla tras la conquista de Navarra. Muy cerca de allí, en Irurita, se halla uno de los numerosos palacios de cabo de armería construidos entre los siglos XIV y XV, el Palacio Jauregia. Y ya en tierras de Malerreka, la pequeña población de Donamaria conserva la casa torre Jauregia, una antigua torre de linaje del siglo XV.
Cuenca de Pamplona
El recinto amurallado de Pamplona y su Ciudadela es el conjunto fortificado más representativo y conocido de la comarca de Pamplona, y posiblemente uno de los complejos bélicos más interesantes y mejor conservados de España. Una manera inmejorable de iniciar el recorrido es visitar el Centro de Interpretación de las Fortificaciones de Pamplona. Allí se puede entender la construcción y la evolución de estas murallas, sin olvidarnos de la Ciudadela, posiblemente el mejor ejemplo de arquitectura militar del Renacimiento español. Existen en la Cuenca de Pamplona otras construcciones que merecen ser conocidas, como el castillo de Tiebas, de estilo gótico francés y del que se conservan restos de la construcción que el monarca Teobaldo I de Champaña mandó erigir en el siglo XIII.
La Zona Media
La Zona Media puede presumir de albergar algunas de las construcciones fortificadas más emblemáticas de Navarra. Una de ellas es el castillo-palacio de los Reyes de Navarra de Olite y su alcázar gótico, declarado Monumento Nacional. Cerca de aquí se levantan dos magníficos ejemplos de recintos defensivos, el cerco amurallado de Artajona y la iglesia-fortaleza de Ujué. El primero es una fortaleza acorazada del siglo XI, con nueve torres, dos portales y presidida por la iglesia-fortaleza de San Saturnino, atalaya y principal punto defensivo. La iglesia de Ujué, por su parte, data del siglo X y fue declarada Monumento Nacional en 1936.
En Olcoz encontramos la Torre palaciana medieval, declarada Bien de Interés Cultural. Y en la ruta del Camino de Santiago que discurre por Sangüesa nos esperan el Palacio fortificado del Príncipe de Viana de Sangüesa, flanqueado por dos torres almenadas, y la casa natal de Francisco Javier, el Castillo de Javier, que fue construido sobre roca viva y que no debemos perdernos.
Las tres últimas paradas de la ruta por la Zona Media se sitúan en Tierra Estella. Una visita imprescindible es, sin duda, el conjunto monumental de Estella-Lizarra, que comprende el castillo Zalatambor y las iglesias Santa María Jus del Castillo y San Pedro de la Rúa. A poca distancia, se encuentra el castillo de Monjardín que fue una de las fortalezas más notables del territorio dominado por los Banu Qasi. Por otra parte, también hay que reservar tiempo para conocer el conjunto monumental de Viana. Por su situación fronteriza, sufrió asedios, batallas y escaramuzas, como la que en 1507 acabó con la vida de César Borgia, enterrado aquí.
Los tesoros de la Ribera
Una de las últimas fortificaciones en estrenar nueva imagen ha sido el castillo de Marcilla que puede presumir de haber custodiado la espada Tizona del Cid Campeador, además de destacar por sus muros de ladrillo, matacanes, torres, foso y puente de acceso.La ruta continúa en Cortes gracias a su castillo (siglo XII) que está rodeado por una muralla con pequeñas torretas de ladrillo y que cuenta con un patio de armas y una torre del homenaje almenada. Relativamente cerca, Rada y Santacara presentan interesantes ejemplos de fortificaciones. En el primero se conserva un lienzo de la muralla, la cuadrícula medieval de sus calles y casas, la necrópolis, el aljibe y la pequeña iglesia románica, del siglo XII. Por su parte, Santacara, alberga uno de los frentes de la torre mayor de su castillo.
La última parada nos dirige a Tudela, donde se erige la Torre Monreal que en el siglo XIII servía como atalaya de vigilancia de la localidad y que conserva un único vestigio de su origen medieval, el aljibe o depósito subterráneo de agua. También en su interior se puede visitar una gran cámara oscura que proyecta imágenes de la ciudad en tiempo real.
Más información
www.turismonavarra.es
Texto y fotos: Editorial Viajeros
Dormiremos en cuevas, cataremos el cardo rojo, pasearemos por un paraje que te lleva de la Luna a Marte, descubriremos como 30 hermanas han rehabilitado un monasterio y espiaremos a Tudela gracias a un sistema de lentes escondido en una atalaya medieval. ¿Surrealista? No, es la Ribera Navarra, tan singular como sorprendente.