Y como guinda final a este recorrido europeo, seguramente el lugar más espectacular: Zermatt. Situado a los pies del mítico Matterhorn (Cervino, en su vertiente italiana), en el cantón suizo del Valais, se puede considerar como el corazón de los Alpes. Es el lugar que todos –los amantes de las tablas nos referimos– ansían conocer. Tan sólo dos particularidades nos pueden echar para atrás: no es muy apropiado para los principiantes y quizás resulte un poco caro –aunque no al estilo de las estaciones más chic o glamurosas–. Aparte de estas dos consideraciones, es realmente espectacular.
Zermatt se divide en tres áreas –Sunnegga-Rothorn, Gornergrat-Stockhorn y Schwarzsee-Matterhorn glacier paradise– que se hallan conectadas pero a las que se accede desde tres puntos diferentes. En total suman casi 350 km esquiables de gran altitud, hecho que asegura una temporada larga –en algunos puntos todo el año– y descensos interminables disfrutando de nieve de primera calidad. Como decíamos, casi todas las pistas presentan cierta dificultad –el porcentaje de azules no llega al 10%–.
Zermatt – Matterhorn es un resort que se ha ganado un lugar de honor dentro de las actividades invernales. No sólo hablamos de esquiar y de snowboard, sino también de otro tipo de deportes, siendo el montañismo seguramente el más destacado. El emplazamiento y la audacia suiza hacen de este lugar un mundo de curiosidades y grandes marcas. Atentos a la siguiente lista:
• Gracias a un espectacular y serpenteante tren cremallera –el de mayor altitud al aire libre de Europa y que data de 1898– es posible subir a lo alto de un mirador en el pico Gornergrat y disfrutar de sus panorámicas a más de 3.000 metros de altura. Aquí encontraremos un hotel inigualable –también por aquello de la excelsa ubicación–: el Kulmhotel.
• Si no nos gustan los raíles, es posible tomar un teleférico y alcanzar el punto más alto accesible por este tipo de transportes de Europa: el Matterhorn glacier paradise station. Aparte de las vistas, también de las que dejan huella, cuenta con un restaurante renovado y una atracción realmente singular: el Palacio Glaciar. Allí, a 15 metros debajo de esta escultura natural de hielo, aprenderemos todo acerca de este tipo de formaciones en un entorno inigualable.
• El pueblo de Zermatt conserva su arquitectura alpina de toda la vida. Bien es verdad que en temporada alta el trasiego de los deportistas venidos de todo el mundo resta paz al lugar, pero no por ello deja de ser muy llamativo. También lo es el hecho de que aquí no hallaremos ningún vehículo a motor, tan sólo aquellos propulsados con electricidad. Y es que los suizos son gente que se preocupa por preservar los entornos naturales.
Recordad tan sólo una cosa: es una de las mecas del esquí. Por algo será.