En la sierra oeste de Madrid, la tierra quiso fundirse con el clima en un baile perfecto y quiso participar en esta fiesta el rio Alberche, regando el valle de San Martín de Valdeiglesias con el mimo suficiente para que la garnacha hoy nos dé estos momentos y estos vinos. Tierra Calma nos muestra y nos demuestra los motivos por los que no puede ser más acertada la elección de su nombre.
Los romanos comenzaron a dar forma a la que es hoy Alcalá de Henares al construir la antigua Complutum sobre la anterior ciudad ibérica de Iplacea. Llegaron los árabes, que subieron a los cerros circundantes la localidad de Al'Kala, que después ganaron los cristianos durante la Reconquista, en 1118. La corona de Castilla cedió su gobierno al arzobispado de Toledo, que favoreció su actual emplazamiento y le otorgó fueros particulares. El arzobispo de Toledo Francisco Ximénez de Cisneros se encargó de promover la ciudad y surgieron así el Colegio Mayor de San Ildefonso (1499) y trece colegios menores, que ya instalaron en la ciudad su ambiente universitario, además de transformar en una Iglesia Magistral aquella que era un centro de peregrinación por albergar los restos de los mártires Justo y Pastor.
Los siguientes siglos época de bonanza, de una ciudad que además era uno de los centros de operaciones de la familia real.
En 1836 la Universidad se traslada a Madrid, con lo que Alcalá pierde parte de su importancia, aunque ha sabido mantenerse gracias a la industria y los servicios.
Alcalá de Henares es una ciudad llena de vida que mantiene actualizados sus edificios históricos más bellos y que conserva, escondidas entre las casas, bellas fachadas de antiguos conventos.