Este año, está siendo un año difícil para todos. Después del confinamiento y de no poder salir en casi tres meses, el cuerpo y la mente nos pide a gritos desconectar y olvidar todo lo vivido. Pero si para los adultos ha sido y está siendo una época complicada, para los niños lo es más todavía. Un lugar idóneo para vivir una experiencia maravillosa en familia es el Valle de Arán.
Y lo hacemos desde el momento en que lloramos a los médicos que nos reciben, las risas que le hacemos a nuestra madre, y esa socialización sigue creciendo con el paso de los días, meses y años. Cuando somos pequeños, no existen prejuicios, conocemos a la gente y actuamos como nuestro instinto nos dice, y esto es muy importante para saber crecer en cualquier ambiente.
En la infancia es mucho más fácil adaptarnos a los cambios, aprender nuevas cosas, conocer nuevos mundos y rumbos. El momento en que los niños más se relacionan, y, sobre todo, salen de su zona de confort, es durante el horario de colegio, en ese momento del día es cuando están rodeados de todos sus compañeros de edad con los que comparten gustos y pensamientos.
Pero entonces cuando llega el verano ¿qué sucede?