La primera de ellas la hallamos en la provincia de Cuenca, en el pueblo de Las Pedroñeras. Allí, la empresa Bhiocarrión, que lleva más de treinta años dedicada al cultivo del ajo morado de manera ecológica y biológica, se ha convertido en la pionera en España en la producción del ajo negro. Presente ya en algunas cocinas de los chefs más innovadores y vanguardistas y con un precio que ronda los 40 euros/ kilo, este ajo gourmet es el resultado de someter los bulbos a un proceso de fermentación que acaba transformando tanto el color como las propiedades del alimento. Así, el ajo negro contiene diez veces más aminoácidos que el crudo. En él predomina un delicado sabor dulce, con toques afrutados que recuerdan a la ciruela, pero también hay trazas ligeras de salado, balsámicos y algo ácido al final. Es untuoso, de consistencia blanda, como una pomada. Se puede tomar como un caramelo que se deshace lentamente en la boca. ¡Y además es casi inodoro!
Por supuesto es un producto completamente natural, que no lleva conservantes ni cualquier otro aditivo. Muchos restaurantes ya lo incorporan a su carta. Os recomendamos probar el Tofe de ajo negro, coliflor y almendras tiernas donde el ajo negro está en tres texturas diferentes: crema (en la crema de coliflor, caramelo de azúcar moscovado, ajo negro e infusión de café), gel (en el caviar de ajo negro y caldo de cocido gelificado) y crudo cortado en láminas junto a pequeñas lascas de trufa y almendra verde que acompañan al potente toque de color de los germinados.
Además de multiplicar las propiedades de uno normal y ser un energizante natural, el ajo negro está considerado como uno de los alimentos que mejor representa el umami, el quinto sabor. Tras conocer el dulce, el salado, el amargo y el ácido tendrás la oportunidad de descubrir “el sabroso”.