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TENERIFE. Un viaje con los cinco sentidos

Si tomamos por bueno el dicho de que en la variedad está el gusto, Tenerife no solo satisface sino que es capaz de colmar con creces cualquier expectativa ante un destino insular. ¿Estáis dispuestos a explorar esta isla con los cinco sentidos?

"Después de conocer las riberas del Orinoco, las montañas del Perú y los más hermosos valles de México, confieso no haber visto en ninguna parte un cuadro más variado, más atractivo y más armonioso”

Con estas palabras mostraba Alexander von Humboldt, el padre de la Geografía, su admiración por Tenerife en 1799. Y, aunque hayan pasado años desde que hiciera esta aseveración, esa variedad de paisajes, esa belleza y esa armonía permanecen inmutables. Las Islas Canarias, en general, son un gran regalo para los viajeros, ya que en este puñado de gemas volcánicas esparcidas por el Atlántico encontramos tierras de clima benigno, gentes amables y diversidad paisajística. Pero, lo mejor de todo, es que si tenemos poco tiempo para visitar una isla y elegimos Tenerife seremos capaces de disfrutar de la grandeza del océano, de la majestuosidad de un volcán, de ciudades históricas, de las ricas tradiciones populares, de una cocina con identidad propia y de unos vinos que reflejan la riqueza de la tierra en un solo destino. Os propongo aprovechar al máximo este fin de semana empleando los cinco sentidos.

 

Con los ojos bien abiertos

Cuando te preguntan cuál es el sentido que más valoras te das cuenta de que no es fácil elegir entre ellos o decidir cuál es el más importante. No sé vosotros pero el primero en el que pienso yo, al menos, es en el de la vista. Existe tanta belleza en la naturaleza que renunciar a admirarla en todo su esplendor es impensable. Aprovechando que, por suerte, muchos tenemos ese sentido intacto os sugiero disfrutar de los paisajes, de los cielos y del océano de Tenerife. 

Casi en cada rincón de la isla te topas con rincones naturales que te hacen abrir los ojos como platos. El Parque Rural de Anaga, por ejemplo, obliga a permanecer alerta porque parece que, en el cualquier momento, un dinosaurio saldrá de entre la laurisilva y vivirás una aventura como la de Jurassic Park. También es cierto que puede parecer un paraje de hadas y duendes cuando recorres el Sendero de los Sentidos, aunque pensar en esto es menos emocionante. Este sendero transcurre por un antiguo camino real que unía los pueblos de Anaga con la ciudad de La Laguna.

Como la abundancia de tonos verdes suele relajar os propongo compensarlo realizando una actividad más movida donde intervengan varios sentidos al mismo tiempo: el avistamiento de cetáceos. La brisa marina hincha levemente las velas del Marhaba, un catamarán que parte de Los Gigantes. Carmen, una bióloga marina que acompaña en las excursiones, describe con ilusión lo afortunados que son al navegar diariamente en esta zona, un auténtico acuario natural donde en menos de 20 minutos, asegura, aparecen delfines, ballenas o tortugas marinas. Y no creo que exagere, ya que en la isla existe una colonia estable de unos 500 calderones tropicales y 250 delfines mulares.

Aparte de mirar al océano hay que levantar la vista para no perderse la imagen de los acantilados de Los Gigantes. Con  sus paredes de 600 metros de altura resultan sobrecogedores desde el mar. Cuando llego, el escenario no puede ser más mágico, un arco iris enmarca el lienzo de las olas rompiendo contra estas grandes moles de piedra que forman parte del Parque Rural de Teno. Ver esos siete colores me hizo casi tanta ilusión como observar las estrellas esa noche, una actividad que debéis incluir sí o sí en vuestra agenda, ya que El Teide y las Cumbres de Tenerife cuentan con una certificación Starlight (con la que se reconocen las excelentes condiciones para la contemplación del firmamento nocturno). La montaña de Guajara, los miradores del Parque Nacional del Teide, Izaña (donde se encuentra el Observario del Teide) o los alrededores del Parador son los mejores lugares. Si tenéis conocimientos de Astronomía, con unos prismáticos o un telescopio podréis reconocer galaxias, nebulosas, los cráteres de la Luna o los anillos de Saturno. Sin embargo, si esta ciencia no es vuestro fuerte, hay empresas especializadas que organizan didácticas visitas con las que disfrutaréis como niños de esos cielos sin contaminación lumínica.

De tacto rugoso

Si de noche no podíais apartar los ojos del firmamento, por la mañana serán unas extrañas siluetas recortadas contra el cielo las que llamarán vuestra atención.  En medio de un paisaje propio de otro planeta, en el Parque Nacional del Teide, emergen cientos de conos, coladas repletas de aristas y cuevas misteriosas. También, por supuesto, su mayor icono, el volcán del Teide, omnipresente y visible desde gran parte de la isla. Con sus 3.718 metros es la cumbre más alta de España (aunque si se midiese desde su base, bajo el océano, ¡superaría los 7.000!) Si pudiese hablar contaría historias de aborígenes que lo consideraban mágico y rendían a sus pies culto a los dioses, de leyendas sangrientas y de los miles de turistas que se acercan a visitarlo cada año. Es cierto que impone cuando asciendes en teleférico, esos ocho minutos de subida en la cabina son insuficientes para asimilar su grandeza y la belleza del entorno. Una vez en la plataforma, solo es necesario caminar doscientos metros (un sendero muy empinado) para llegar al cráter. No seréis los primeros en llegar ni aunque subáis en la primera cabina del teleférico de la mañana. Los más aventureros suelen pasar la noche en un refugio para ver amanecer desde la cima. “Por sus caras ateridas de frío los reconocerás”, me cuenta uno de los guías del parque. Y es que la temperatura en este lugar desciende, a menudo, de los cero grados. Si en invierno el paisaje lunar del parque sorprende, cuando en primavera se cubre de tajinastes rojos de tres metros de altura suscita amor a primera vista.

Sabores y aromas de Tenerife

El ejercicio abre el apetito y agudiza el sentido del gusto y del olfato. La variedad climática de la isla es la responsable de que en un territorio reducido se pueda hallar una gastronomía tan rica. Es de sobra conocido el gofio y las ‘papas arrugás con mojo’ pero ¿se alimentan los tinerfeños únicamente de estos platos? Evidentemente, no. Incluso les da risa cuando los viajeros pedimos, como si de una droga se tratara, estos productos de forma compulsiva.

En Tenerife cuentan con un excelente queso de cabra y de oveja; una miel deliciosa, con variedad de sabores dependiendo de su origen (la más valorada, la de retama del Teide); pescados y mariscos; carnes de cerdo negro, cabra, cabrito, etc.) y, por supuesto, frutas tropicales y un rico plátano con IGP que se incorpora a muchos platos como un ingrediente más. Con estos y otros productos se preparan recetas nutritivas como el puchero canario (con carnes y verduras); se enriquecen los guisos con el gofio o se le añade a la leche como un cereal más; las patatas, pequeñas y redonditas, se sirven cocidas con piel y acompañadas con mojo, la salsa canaria más conocida, que puede ser picante (roja) o con cilantro o perejil (verde); el pescado, por último, se sirve a la plancha (cherne, atún, mero) o en un guiso con caldo. El queso, que suele proceder de Arico-Fasnia, Anaga, Teno y El Tanque, lo sirven solo, a la plancha o bien acompañado con miel, mermeladas, salsas...

 

Tampoco puede faltar en ninguna comida alguno de los vinos de los que se enorgullece esta tierra. La mejor manera de profundizar en el universo enológico es visitando la Casa del Vino, una antigua hacienda del siglo XVII situada en El Sauzal donde se ha instalado un completo Museo del Vino. En el mismo se expone de forma didáctica la historia de la vid, las variedades de uvas, tipos de tierra, bodegas y denominaciones de origen. Además de salir bien informados, en la sala de catas os ayudarán a reconocer los rasgos peculiares de las denominaciones de origen (Tacoronte-Acentejo, Ycoden-Daute-Isora, Valle de la Orotava, Valle de Güímar y Abona).

 

La Fiesta de San Andrés se celebra en Icod de los Vinos.

Para terminar de redondear el conocimiento sobre este mundillo habría que visitar alguna bodega (como Bodegas Monje, en la misma población) e Icod de los Vinos donde, además de pasear por su bonito casco histórico, podréis admirar un drago milenario. Una curiosa tradición local es las tablas de San Andrés, en la que los jóvenes se deslizan por empinadas calles sobre tablas de madera o de fibra de vidrio, en las vísperas del santo, para festejar la apertura de las bodegas.

Sonidos y silencios

De la paz y el silencio más absoluto que encontraréis en el Parque Nacional del Teide podéis pasar a la algarabía de La Orotava, en cuyo casco histórico llaman la atención sus viviendas con balconadas de madera tallada, o a La Laguna, una bella ciudad de aires coloniales declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, cuyas anchas calles están jalonadas por palacetes y templos que confirman su noble pasado. El trasiego de los jóvenes recuerdan con su vitalidad su presente universitario.

   

La Orotava (Izq.)                                  Santa Cruz de Tenerife (Dcha.)

Este bullicio solo es comparable al de la capital: Santa Cruz de Tenerife. Una urbe vital, puerta de entrada de cruceristas que recorren con cara de asombro el barrio de pescadores donde se originó la ciudad y que hoy día se ha convertido en un espacio agradable para el paseo y para tomar unos vinos con calma. Sin duda, a ellos también les llama la atención la moderna figura del Auditorio Adán Martín, una creación de Santiago Calatrava.

 

Con el sonido de la música y cargada de energía positiva me despido de Tenerife...

 

tenerife_Gigantes_RevistaViajeros

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Además de playa, que está muy bien, Tenerife ofrece a los visitantes más inquietos planes para no parar en una semana: enoturismo, rutas a pie por volcanes y barrancos, bicicleta de montaña, kayak de mar, observación de estrellas, avistamiento de cetáceos... Y para reponer fuerzas, gastronomía contundente e hipercalórica, como cuadra con una tierra volcánica.

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