Textos y fotos Editorial Viajeros
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La ruta de los Baobabs. El salvaje oeste de Madagascar

Este no es un viaje más. Hablamos de un destino especial y fuera de lo común, destino que hay que mirar con otros ojos. Lo cuál requiere que, nosotros también nos salgamos un poco del camino y, optemos por contaros este pedacito de isla, poblada por las tribus Sakalava y Vezo, traduciendo las palabras en postales de viaje, así, de esta forma, intentar conseguir acercaros un poquito a este otro salvaje oeste ubicado en Madagascar.

Ruta Malgache

"Una de tantas leyendas sobre los baobabs, cuenta que, era un árbol grande y hermoso que se sentía poderoso y superior a todos, hasta tal punto que el atrevimiento le llevó a retar a los dioses, amenazando con crecer hasta alcanzar su altura. Los dioses quisieron castigar el orgullo y la vanidad del baobab, condenándole a crecer boca abajo, enterrando así sus flores bajo tierra y permitiéndole únicamente lucir sus raíces en lo alto, lo que explica su aspecto. Los baobabs asumen su destino y siguen creciendo suplicando y esperando el perdón de los dioses."

LA CAPITAL

Conforme se va acercando el avión a la capital, ya puedes hacerte una idea del color que se extenderá a lo largo del viaje; tierra rojiza distinta a cualquier otro lugar. Comenzamos en Antananarivo - coloquialmente "Tana" -, capital de Madagascar. Tenemos tiempo para una primera vuelta de reconocimiento. Además del Palacio de la Reina, visitaremos la Avda. de L´Independance, La Gare Ferroviaire y el Mercado de Analakely, pulsando así la vida de la capital. No olvidemos que es una ciudad algo caótica, así que mejor con compañía. Impacta la cantidad de gente que inunda las calles, vendedores de todo tipo, servicios ofertados fuera de lo normal, como personas con basculas en la calle a cambio de propinas y, por supuesto, timadores de gran habilidad y en equipo. ¡Esta ciudad no te permite un segundo de despiste!

Rova de Antananarivo. Palacio de la Reina

20 km/h es la velocidad media alcanzada en estas pistas de arena que unen las ciudades del oeste de Madagascar. 

parque nacional de andasibe

Conocido por sus Indris, el lémur más grande de Madgascar. Apenas son 130 kilómetros de trayecto, pero se traduce en cuatro horas de viaje a través de unas carreteras llenas de baches, que irán tapando los lugareños con piedra y tierra, por lo que a cambio te pedirán un pequeño "peaje". El camino está lleno de hornos de ladrillo cocido para construir casas y vendedores de carbón vegetal, otra gran industría del lugar.

Bastaron 40 minutos para llegar a Morondava, eso sí, en avión. Aún en el aire ya nos reciben los miles de baobabs que inundan la zona.

La mejor foto se consigue con la puesta del sol, cuando llega ese momento mágico creado por esos más de mil baobabs con sus 30 metros de altura. 

destino tsingy de bemaraha

El camino será largo, no en distancia, pero si en complejidad, por lo que haremos una primera parada en Bekopaka. Tras 200 kilómetros, ocho horas de mucho polvo y atravesar en barcaza el rio Tsiribihina, llegamos a Belo sur Tsiribihina, donde disfrutaremos del mejor zebú de Madagascar en el restaurante Mad-Zebu

El rio Mananbola nos llevará a Bekopaka y en otras dos horas llegaremos por fin al parque Tsingy de Bemaraha

Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1990. Se trata de una meseta caliza de origen kárstico, con puntas afiladas moldeadas por la erosión y que da como resultado un paisaje único de desfiladeros, cañones y cuevas donde permanecen enterrados los vazimba, antiguos moradores de la isla. 

La subida a los grandes tsingys es especialmente dura, por lo que hay que estar en muy buena forma.

Varias familias de Lémures acompañan el recorrido por el parque.

de morondava a belo sur Mer

De nuevo aparecen los baobabs en nuestro recorrido. Nos encontramos con el baobab de los enamorados, y el baobab sagrado. Hemos contado hasta 12 los peajes que nos han pedido por cruzar sus tierras, aunque en realidad es un importe simbólico.

Baobab enamorado

Tras una nueva pista de arena, llegamos a Belo Sur Mer, ciudad paradisíaca de color azul turquesa y arena blanca, especializada en construir barcos de pesca.

llegada a morombe

Se necesitan dos horas de todoterreno y atravesar la pampa malgache, donde volveremos a cruzarnos con una constante en nuestro viaje; los baobabs. Veremos el bosque enano y el mayor baobab de la isla, con sus 1200 años y veinte metros de circunferencia.

Mayur baobab

Ya conocemos los medios de trasporte por agua, pero también resultan curiosos los medios utilizados en tierra.

Los nativos son resolutivos ante cualquier inconveniente que pueda surgir en un viaje como este.

ifaty

De Morombe a Ifaty, por primera vez, descubrimos algo de asfalto en la carretera. En Ifaty la barrera coralina permite a los buceadores disponer de lugares maravillosos y únicos.

Al norte de Ifaty, a 500 metros de Mangily, está la reserva natural de Reniala, especializada en plantas espinosas y aves.

Es evidente que, aquí la forma de entender la vida es distinta, ni mejor ni peor; diferente. Traducir lo básico en lujo es una capacidad que te otorga el lugar de donde procedes. Viajar te aporta otros puntos de vista y, aunque regresemos a nuestro lugar de origen, ahí quedarán, actuando sin querer en decisiones que para unos son básicas y para otros todo un lujo. 

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