Bulgaria. Monasterio de Rila. Revista Viajeros
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Bulgaria. Europa secreta

Sin la fama de otros países europeos con más glamour, Bulgaria consolida sus credenciales como destino turístico emergente. Una naturaleza abrumadora, unida a una riqueza de vestigios históricos casi sin parangón, son motivos más que suficientes para empezar a tenerla muy en cuenta. Sin duda, dará mucho que hablar.

Bulgaria. iconografía Ortodoxa. Revista Viajeros

Descubrir la iconografía ortodoxa es uno de los atractivos de Bulgaria y uno de los souvenir más demandados.

Iglesias ortodoxas, enormes avenidas adoquinadas y mastodónticos edificios soviéticos. Esto podría ser un fácil resumen que muchos harían después de conocer Sofía.

Un resumen tan veraz como injusto. Porque, si bien es cierto que la capital búlgara no puede entrar en liza con las más bellas urbes europeas, también es verdad que aquí hay mucho más por descubrir.

A Sofía le ocurre lo mismo que a Roma: cada vez que, por el motivo que sea, se perfora su suelo, los responsables de las obras se echan a temblar. Y no es para menos si pensamos que, en los últimos años, han salido a la luz, entre otras maravillas, los restos de dos basílicas, varias calles romanas y un fabuloso anfiteatro que poco tenía que envidiarle al famoso Coliseo de la Ciudad Eterna. Y es que, gracias a su estratégica posición geográfica, Bulgaria ha representado un papel protagonista durante varios siglos en la historia de Europa, ejerciendo como el verdadero puente de enlace entre nuestro continente y el asiático.

Basta mirar un mapa para entenderlo. Aquí vivieron tracios, griegos y romanos; y también llegaban las influencias culturales y religiosas de los imperios bizantino y otomano. No es de extrañar, por consiguiente, tanto tesoro enterrado teniendo en cuenta la absurda manía que tenían las antiguas civilizaciones de construir sus edificaciones encima de las que ya existían antes de su llegada. Poco a poco, van siendo descubiertas.

Bulgaria. Sofía. Revista Viajeros

A Sofía le pasa lo que a Roma: cada vez que se perfora su suelo, aparece un tesoro.

Sofía es uno de los pocos lugares del mundo donde en una misma plaza podemos encontrarnos con una sinagoga, una iglesia ortodoxa, una católica y una mezquita. Evidencia de una tolerancia religiosa conectada con el pasado otomano de la ciudad, aquellos que dejaron su huella en el paisaje urbano de la capital búlgara a través de monumentos como la Mezquita de Banya Bashi, a día hoy, la única abierta al culto islámico en Sofía y cuya adornada cúpula despunta sobre 15 metros de diámetro. 

A pocos metros se levanta la Sinagoga de Sofía, orgullo de la comunidad judía búlgara, aquella que sobrevivió a un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial y resistió a un intento de transformación a sala de conciertos, hoy, 200 mujeres a la derecha y 200 hombre a la izquierda, llevan a cabo oraciones a diario y se pueden encontrar símbolos judíos basados en el número 8, el número que representa el día de circuncisión del varón convirtiéndolo en miembro de la comunidad.

Ocupando el emplazamiento de un templo precristiano se encuentra la Iglesia de Sveti Georgi o Rotonda de San Jorge. Utilizado como iglesia desde el siglo VI y convertido en mezquita en el siglo siguiente, sirvió de mausoleo al primer príncipe de la Bulgaria independiente. Este edificio construido en ladrillo y decorado en su interior por frescos medievales, no sólo es el más antiguo de Sofía, también es el mejor conservado de la capital. Y como no podía ser de otra forma, en sus exteriores se han encontrado restos de Serdica, ciudad romana del siglo II.

Los tesoros tracios

No podemos irnos de esta plaza tan frecuentada y de la capital sin visitar el Museo Arqueológico Nacional. Ocupa el edificio de una antigua mezquita otomana, al lado del edificio de la presidencia (lugar donde se puede observar el cambio de guardia del Gobierno Búlgaro). El museo fue fundado a finales del siglo XIX en la mezquita y se inaugura a principios del XX, aunque el edificio ya lo ocupaba la Biblioteca Nacional desde 1880.

Según notamos la bajada de temperatura (necesaria para la correcta conservación), nos encontraremos con los tesoros tracios de oro que, además, son los más llamativos. Destacando la máscara funerario de un rey Tracio en oro macizo y una delicada corona de laurel hecha en oro, sin olvidarnos del Tesoro de Panaguiurishte, encontrado en 1949 y por casualidad por unos obreros que extraían arcilla para hacer ladrillos. El resto de piezas tracias evidencian la alta profesionalidad de los artesanos que las fabricaron y lo avanzada que era para su época la civilización Tracia comparada con otras posteriores. El Museo así lo evidencia, y nosotros hemos querido darle también su merecida importancia.

la catedral Alexander Nevski

Si cada ciudad tiene su icono, el de Sofía es, sin lugar a dudas, la catedral Alexander Nevski, el templo ortodoxo más grande e importante de los Balcanes, con una capacidad para 5.000 personas. Es un edificio sorprendentemente joven (finalizado en el año 1912), que fue construido en honor del Zar Alexander II y para rendir homenaje a los más de 20.000 soldados rusos que dieron su vida en la guerra por la liberación de Bulgaria del imperio turco, entre 1877 y 1878. Su interior es simplemente abrumador. Toda la decoración está hecha con los más exquisitos materiales: ónix de Brasil, alabastro egipcio y mármol italiano. Techos, paredes y columnas se hallan totalmente cubiertos con los colores vivos tan característicos de la iconografía ortodoxa, sorprendiendo sobremanera a los que estamos habituados a la sobriedad de los templos católicos romanos. Por si todo esto fuera poco, en su cripta se puede contemplar lo que está considerado como el tesoro nacional, la mejor colección de iconos ortodoxos del mundo.

Monasterio de Rila

Si uno tuviera tan sólo un día para estar en Bulgaria, lo más sensato y aconsejable sería usarlo para visitar el Monasterio de Rila, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983.

Cuenta la leyenda que, a principios del siglo X, Iván Rilski, aburrido de la vacuidad del ambiente cortesano, abandonó a su familia aristocrática y decidió hacerse ermitaño para dedicarle el resto de su vida a Dios, bajo el más estricto régimen de pobreza y oración. Para ello, eligió un paraje inhóspito y absolutamente aislado –en las montañas de Rila, a unos 120 kilómetros al sur de la capital–, el lugar perfecto para olvidarse del mundanal ruido. Pocos años después, cuando las noticias de sus milagros empezaban a propagarse como la pólvora, muchas personas se acercaron a este lugar con la intención de seguir su ejemplo. Entre todos crearon una comunidad monacal y comenzaron las obras para erigir un cenobio que, con el tiempo, se habría de convertir en el más singular e impactante de toda Europa. Después de su muerte en el año 946, Ivan Rilski fue canonizado –antes de la separación de la Iglesia católica y ortodoxa– conociéndose desde entonces como San Juan de Rila y convirtiéndose también en el patrón de Bulgaria.

La mayoría de los edificios que hoy podemos contemplar fueron construidos entre el siglo XIII y XIV. Tras varios incendios, saqueos y el absoluto abandono durante el dominio otomano, el monasterio recuperó todo su esplendor a principios del XIX. Su estructura es circular, con una plaza central empedrada donde se sitúa la Torre de Hrelyo, la pieza más antigua del conjunto que se halla pegada a la iglesia de la Natividad y coronada con cinco cúpulas bizantinas. En los cuatro pisos del monasterio hay distribuidas 400 celdas para monjes y huéspedes, cuatro capillas y un museo que conserva tesoros de arte sacro del país.

El monasterio de Rila y la tumba tracia de Kazanlak nos hablan de la singularidad búlgara.

kazanlak. la vida es un trámite hacia la inmortalidad.

Si queremos hablar de otro de los lugares emblemáticos de Bulgaria, debemos volver, inevitablemente, al tema de las excavaciones. En 1944, durante los combates de la 2ª Guerra Mundial, unos soldados que estaban trabajando en las inmediaciones de Kazanlak para instalar una batería antiaérea se dieron de bruces con un hallazgo único: una tumba tracia completa, en perfecto estado de conservación. ¿Y qué tiene esta sepultura en particular que la diferencie de otras encontradas a lo largo y ancho del país? Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y datada entre finales del siglo IV y principios del III a.C., es el único monumento hallado en Bulgaria decorado en su totalidad con las pinturas murales típicas de la época Helenística Alta. Los frescos representan un banquete funerario con todo lujo de detalles, que nos permiten entender un poco más la forma de vida y costumbres de este pueblo casi desconocido.

Cuando un soberano fallecía, sacrificaban a su mujer favorita y al mejor caballo para enterrarlos junto a su cuerpo. Heródoto nos los describe como una sociedad polígama, altivos, rudos, hábiles jinetes y guerreros despiadados, con un fuerte desapego por la vida, que consideraban como un mero trámite hacia la inmortalidad. Buen ejemplo es el de Espartaco, el tracio más universal, el gladiador que puso en jaque a la República romana con su revuelta de esclavos en Capua que originó la Tercera Guerra Servil. Pero también Homero nos habla de gente con una gran sensibilidad artística: “Son tan bellas sus armas de oro que encantan a la vista, ya que no parece que hayan sido labradas por hombres mortales, sino forjadas para los dioses divinos”. Recientemente se han descubierto 15 nuevas tumbas y los arqueólogos adelantan la existencia de un valle entero –el Valle de los Reyes Tracios–, con unos 1.500 túmulos sin explorar. 

En Kazanlak se encuentra el Valle de las Rosas, bañado por dos ríos, hacía el oeste el de Stryama y el de Tundzha hacia el este. Según sus habitantes, aquí se hace el mejor aceite de rosas del mundo.

sozopol. la ciudad salvada

La creencia en seres de ultratumba, ávidos de sangre humana no es sólo un tema recurrente de la literatura gótica. Es un miedo atávico que, generación tras generación, ha ido atormentando a los pueblos balcánicos.

En junio de 2012, cerca de un monasterio medieval en la pequeña ciudad de Sozopol (la antigua Apolonia griega) se encontró el cadáver de un hombre que había sido enterrado con un hierro clavado en el corazón. Al parecer, se practicaba este rito con personas que en su vida habían sido malvadas. Se creía que, después de morir, se convertían en vampiros. Según la costumbre, la noche después del entierro, y siempre antes de medianoche, un grupo de valientes exhumaba el cadáver para atravesarle el pecho con una estaca o hierro para no permitirle levantarse de su tumba y seguir atormentando a la gente.

Bulgaria. Sozopol. Revista Viajeros

Resultan curiosos los llamados Vampiros de Sozopol que nos hablan de creencias de ultratumba.

7000 años de antiguedad y el mar negro bañan a Sozopol

El casco histórico de Sozopol, declarado reserva arquitectónica y arqueológica, se extiende por una península que se adentra en el Mar Negro.  Los objetos hallados en la zona portuaria sugieren que el lugar ha estado habitado desde el V milenio a.C. Los romanos destruyeron la ciudad en el año 72 a.C. y, 400 años después, fue absorbida por el imperio bizantino y rebautizada con el nombre de Sozopol (Ciudad Salvada).

El Museo Arqueológico permite hacer un recorrido a través de la amplia historia de la localidad. Allí se exhibe un gran número de ánforas y recipientes de barro griegos decorados con escenas dionisiacas. Figuras que ilustran los intercambios comerciales entre las tribus tracias y el área helenística. Una muestra de restos, joyas y documentos del periodo de los Imperios Búlgaros y de la larga época de dominación otomana.

plovdiv. cuna de la civilización europea

Patrimonio de la Humanidad desde 2004 y Capital de la Cultura Europea en 2019. Plovdiv, a simple vista, resulta ser un vetusto asentamiento multicultural, donde sobretodo en su casco histórico podemos apreciar las distintas huellas que han ido dejando sus conquistadores. Actualmente, es una moderna ciudad comercial que ha sabido convivir con su esplendorosa y cambiante historia, sabiéndose reinventar y adaptándose a los vaivenes históricos que en ella se han ido sucediendo.

El barrio más antiguo está repleto de antiguas casas que datan de la época del resurgimiento nacional búlgaro que se propagó durante los siglos XVIII y XIX, y en el que los grandes mercaderes se construyeron imponentes casas de madera con grandes jardines. Existen más de un centenar de casas catalogadas, que en los últimos años se han estado reformando para devolverle el esplendor de antaño. También, encontraremos un par de iglesias ortodoxas siguiendo el mismo y particular estilo arquitectónico, como la Iglesia de San Constantino y Sta. Elena, construida en madera de robles y abetos traídos desde Rumanía y ensamblada sin ningún tipo de herrajes por artesanos rumanos. Como dato a tener en cuenta, apreciar que solo existen 15 templos de esta clase en el mundo y sólo 2 de ellos están fuera de Rumanía.

En el extremo sur de la ciudad vieja se encuentra el monumento más destacado de la ciudad, el Teatro romano; un bellísimo anfiteatro de mármol que actualmente sirve de escenario lírico al aire libre en la cálidas noches estivales.

Al lado oeste de la ciudad antigua, se localiza Kapana, el barrio peatonal y de moda de la ciudad, donde se puede apreciar el Plovdiv más joven, repleto de bares, restaurantes, tiendas alternativas y galerías de arte.

Saliendo de la ciudad y ubicado a los pies de las boscosas laderas de los montes Ródope, le pertenece a Plovdiv el Monasterio de Bachkovo. Fundado en 1083 por dos hermanos georgianos que habían sido comandantes del ejército bizantino, destruido por los otomanos en el siglo XVI y restaurado un siglo después, este monasterio se ha convertido en el segundo más importante, después de Rila, en Patrimonio de la Humanidad. 

 

Resulta algo desconcertante observar como los búlgaros mueven la cabeza de arriba abajo para decir no, mientras que hacerlo de lado a lado es un gesto afirmativo.

Lo que nos hace reflexionar si esto se debe a que, en un país tan antiguo, por donde han pasado culturas griegas, romanas, tracias, eslavas, otomanas, persas..., es muy posible que se hayan quedado ciertos posos de desorden de opinión o, simplemente, les gusta ser diferentes sin más.

Sea como fuere, nos mantenemos en nuestras primeras líneas; Bulgaria dará mucho que hablar. 

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