Textos y fotos Valentín Rodríguez y DMO de Habanos
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Festival Mundial del Habano XXIII

El Habano es parte de la cultura de Cuba. Esto no lo dudan los nativos y los foráneos ya tienen sobradas razones para saberlo. Es una herencia devenida en tradición llegada desde los aborígenes que poblaron la Isla. Su cultivo y consumo se transmitió de generación en generación, acumulando experiencias en sus elaboraciones hasta hoy. La Habana ha sido sede por estos días de la XXIII Edición Internacional de esta feria mundialmente reconocida.

Su cosecha fue fuente de trabajo para muchos campesinos, mientras que en todos los poblados de Cuba surgieron las tabaquerías y con ello el Habano fue cobrando vida de manos de los torcedores.

La importancia de la vitola

Su incomparable calidad lo colocó en el ranking mundial, sin embargo, el vestido y la identificación de los puros cubanos fueron y son las anillas y etiquetas litográficas, que muestran las marcas, diseñadas e impresas con gran belleza y colorido. Sin ellas el Habano no sería nada, un puro sin identidad.

Esa visualidad caracteriza hoy el posicionamiento de sus marcas y vitolas, y las etiquetas que atavían las cajas, que representan la garantía de calidad del producto y  engalanan el puro, protegiéndolos además contra las falsificaciones.

Visitar como parte del programa del Festival las fábricas,-en esta ocasión,- Partagás o La Corona, es entrar no solo a un templo oloroso, sino a una sala de silencio donde las manos inquietas de los torcedores labran obras de arte.

Los elegantes y bien pensados diseños de las vitolas y las etiquetas de las cajas de habanos con su olor a cedro fresco han suscitado el interés mundial de coleccionistas especializados en habanos cubanos, así como libros y exposiciones sobre estas encantadoras reproducciones. La vitolfilia es el coleccionismo de anillas de tabacos y el conocimiento que se tiene sobre ellas, lo que etimológicamente se puede interpretar como una afición por las vitolas.

El Puro cubano es un producto que nos identifica como nación, pero también nos trasciende; fumar un buen puro es considerado por los conocedores del tema, como un acto sublime.

Un objetivo encomiable

El habano es un producto exclusivo, de elaboración artesanal. La manufactura de un buen puro solo es posible por unas manos expertas, que con precisión y destreza, seleccionan la hoja, despalillan, torcen, y pulen su obra cual trofeo; todos de idénticas características: peso, olor, tamaño, calidad.

La XXIII Edición del Festival del Habano ha sido una celebración bien concebida para los amantes de estos puros en todo el mundo; dedicada a 3 de sus más insignes marcas, Bolívar, Partagás, y Montecristo con su apreciada Línea Open.

En la gala final del evento se realizó la tradicional subasta, donde se lanzaron a la puja seis humidores para la conservación de los puros logrando una recaudación de 11,9 millones de dólares. Ha sido la mayor recaudación obtenida en la historia de estos certámenes, y se destina, como tradición, al sistema de la salud pública de la isla.

Así esta Isla llena de encantos, ofrece al Habano como uno de sus productos embrujadores para muchos en el mundo, que sin ser fumadores habituales no se resisten a la tentación de probar una de esas finas vitolas.

No en balde la campaña de que Cuba es UNICA encuentra sobradas razones para programar un viaje a la Mayor de Las Antillas. 

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Da los toques finales a una obra de esas que la musa le dibuja en el pensamiento cada mes de diciembre. Será uno de los dos humidores que Neurys Santana Ges presentará a la subasta de la venidera edición del Festival del Habano.

Texto y fotos: Editorial Viajeros

Con sus 27 marcas y más de 140 Casas del Habano distribuidas en todo el mundo la emblemática empresa cubana se ratifica como embajadora de la cultura e historia de la nación isleña.

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